(Libertad Digital) Ataviados todos con una chillona pulsera amarilla, un grupo de cien ciudadanos, supuestamente seleccionados por un instituto demoscópico para que fuesen representativos de la sociedad española, ejercieron este martes por la noche de entrevistadores de Zapatero en TVE, en el nuevo programa "Tengo una pregunta para usted".
Pero ni mucho menos preguntaron los cien. Las larguísimas respuestas de Zapatero plagadas de generalidades para evitar las preguntas incómodas consumieron casi todo el tiempo, convirtiendo la mayor parte del programa en un monótono monólogo del presidente del Gobierno. Al final, Zapatero le preguntaba al presentador Lorenzo Milá, dentro del clima de simpatía entre ambos que se hizo notar durante todo el programa, cuántas preguntas había respondido, "muchas" le contestó Milá; pero, de fondo, se oyó como uno de los ciudadanos decía que sólo habían sido 42. Acto seguido, Zapatero invitó a La Moncloa a quienes no habían podido preguntar.
Zapatero intentó trasladar esa afectuosidad con Milá a sus respuestas, tratando de tú a los entrevistadores, con escaso éxito. La negociación con ETA fue el tema que suscitó el mayor malestar de los ciudadanos que cuestionaron al presidente.
Malestar por la negociación con ETA
Una joven que se confesó "militante socialista" dijo a Zapatero que sentía "vergüenza" de que "mi presidente negocie y ceda al chantaje de unos asesinos" y le preguntaba si "se ha puesto algún límite en la negociación o si se la ha ido de las manos". La respuesta de Zapatero se centró en dos líneas argumentales que esgrimió en más ocasiones a lo largo del programa. Por un lado, justificó la excarcelación del etarra De Juana por ser un "caso absolutamente excepcional". También se apoyó en que ya había cumplido su condena por el código penal del 73, que en varias ocasiones calificó como el "de la dictadura". Aunque reconoció que la huelga de hambre era un "desafío", dijo que el Gobierno había actuado por "responsabilidad, pensando en el interés general y en la seguridad del Estado" y destacó que el etarra "ni está en libertad, ni ha muerto".
Así arrancó el programa, y, aunque las siguientes preguntas fueron por otros derroteros, parte de los ciudadanos no quedaron satisfechos con las explicaciones de Zapatero y el tema de ETA volvió a protagonizar la parte final del programa. El presidente insistió en que el Gobierno "ha mantenido firmeza, la ley y el Estado de derecho" y aseguró también que "el único diálogo posible para acabar con ETA es que deje las armas, que termine con la violencia y que aquellos que dicen defender unas ideas lo hagan democráticamente, con la palabra y nunca con la violencia" y reitero que "hay una posibilidad de que ese fin llegue a través de un diálogo".
Al ser interpelado por el trato de la Fiscalía a Otegi, Zapatero se refirió al respeto a la independencia de los fiscales para no responder. Esta actitud no gustó nada al ciudadano que le planteó la pregunta que, visiblemente molesto, le dijo que si no había pensado que la actuación de la Fiscalía había sido una falta de respeto a los españoles. Pero no logró más que Zapatero repitiese de nuevo los mismo argumentos en defensa de "la independencia" de la Fiscalía.
Navarra y sólo una pregunta del 11-M
La cuestión de Navarra reflejó la inquietud creciente entre los navarros por la posibilidad de que esta región se convierta en moneda de cambio en la negociación con ETA, a la vista de las últimas cesiones del Gobierno. Las dos mujeres navarras que plantearon la cuestión no obtuvieron de Zapatero más que la obvia referencia de que el futuro de los navarros lo decidirá ellos mismos. Ante eso se le cuestionó al presidente si esto se lo había dicho Otegi: "Yo no hablo con Otegi y la gente que habla con Otegi sólo lo hace por un motivo, para que rechace la violencia", fue la respuesta de Zapatero. Tampoco respondió el presidente a una pregunta muy explícita: "¿Va a pactar el PSOE navarro con Nafarroa Bai y el PCTV después de las elecciones?", su respuesta fue que el PSOE quería "ganar las elecciones".
Sólo hubo una pregunta sobre el 11-M. Se le cuestionó al presidente si entre el 11 y el 14 de marzo el PSOE tenía mas información que el Gobierno y de dónde procedía esa información. Zapatero dijo que el único pronunciamiento del PSOE fue el suyo del 11 de marzo, condenando a ETA, y obvió descaradamente la comparecencia pública del 13-M, en la que Rubalcaba acusó al Gobierno de mentir, mientras las sedes del PP eran asaltadas. El presidente dijo también que "hay que esperar al juicio" pero, enseguida sentenció que "está muy claro" quiénes fueron los "responsables" , y deslizó, una vez más, que el Gobierno anterior había mentido en esos días.
El café de Zapatero "en los tiempos del abuelo Pachi"
El discurso triunfalista de Zapatero en materia económica encontró réplica en muchas de las preguntas que le plantearon. El presidente se recreó en las cifras que traía preparadas de Moncloa y, sobre todo, en la leyes de Dependencia e Igualdad, como muestra de los "grandes avances" logrados en esta legislatura. Un ciudadano le planteó la pérdida de poder adquisitivo que, en su caso, ha supuesto el cambio de la peseta al euro, y al considerar insuficiente la respuesta del presidente le preguntó si sabía cuánto costaba un café, "ochenta céntimos" dijo Zapatero y fue replicado "eso sería en los tiempos del abuelo Pachi", lo que el presidente recibió con un seco "depende".
Sin cambios en vivienda y la explicación del no nos falles
Los más jóvenes plantearon su preocupación por el precio de la vivienda. De hecho, Zapatero creó un Ministerio de Vivienda y presentó el tema como una de su prioridades. Ante las preguntas sobre esta cuestión, Zapatero sólo pudo mencionar la desaceleración del precio de la vivienda, que, en todo caso, sigue subiendo a un 10 por ciento y el aumento "al doble" del gasto en los planes de vivienda protegida. Pero uno de los jóvenes le espetó: "lo que dice está muy bien, pero yo con eso no me compro un piso". Esta fue una primera muestra de la sensación de descontento que transmitieron los más jóvenes, con los que a Zapatero le gusta tanto identificarse.
De hecho, cuando una chica se atrevió a decir que el presidente no había cumplido con el "no nos falles" del 14-M, en relación con la vivienda y la precariedad de los contratos laborales, a Zapatero no le sentó nada bien, e hizo de interprete de lo que esta chica y otros jóvenes querían decir con esa expresión: "No, seguramente Rocío –la chica que le preguntó– no ha tenido la posibilidad de explicar todo lo que podía significar ese no nos falles", porque "el sentimiento básico del no nos falles era que queríamos un presidente que dijera la verdad, y, en buena medida, lo que había pasado con Irak, y recuerdo que la primera medida que tome fue retirar las tropas de Irak".
El fervor popular con la Ley de Igualdad
La Ley de Igualdad es otro de los temas favoritos de Zapatero y se dejó notar a lo largo de todo el programa. Una mujer expresó su disconformidad al entender que ella no tenía por qué sentirse mejor representada por personas de su mismo sexo, sino por aquellas que estén mejor cualificadas. La explicación de Zapatero es que "la realidad demuestra que si no hay medidas positivas en la representación política y económica eso no sucede de forma natural, y personas capacitadas hay en ambos sexos". Presumió de su Gobierno "paritario" y presumió del "ejemplo" del PSOE que, según dijo, empezó "por la cuotas" y ahora "hay plena igualdad".
Pero lo más curioso en este asunto fue el relato que hizo Zapatero de un supuesto fervor ciudadano en torno a esta ley. Dijo que "en Moncloa" tenían "muchas llamadas de muchas personas que preguntaban cuándo entraba en vigor, y tuvimos que correr al máximo para publicarla en el BOE, porque había muchas personas que querían gozar y disfrutar de esos derechos".