El Mundo transcribe la declaración de Trashorras al director de la cárcel de Mansilla de las Mulas en la que describe al supuesto técnico que montó las bombas del 11-M. "1,75 de altura, pelo castaño, media melena, bastante pálido de piel, de entre 24 y 26 años entonces, siempre vestido tipo pijo; se reía de cuanto se le decía como por efecto de un tic nervioso. Cuando le llamamos "genio electrónico" siempre respondía con esa especie de risa compulsiva o nerviosa". Después añadió ante la Policía que era delgado y hablaba español con acento castellano.
Contó el ex minero condenado que la primera vez que vio al supuesto técnico fue en la puerta de su domicilio en Las Rozas, el 31 de octubre o el 1 de noviembre de 2003, y que le acompañaba su mujer (Carmen Toro) y Rafa Zouhier. En otro vehículo estaban El Chino y el supuesto suicida Rifaat Anuar.
Del domicilio se fueron a un taller donde salió el asunto de los móviles. "En ese mismo día, en una de las conversaciones mantenida con él en el garaje de las Rozas hablábamos de las distintas formas de iniciar una carga explosiva y fue entonces cuando el experto expuso que se podría iniciar a través de un teléfono móvil". Dijo que "existía un tipo de teléfono que apagado y conectándolo al funcionamiento de la alarma podía servir como un temporizador, quedando él en prepararlo de esta forma con Rafa y con Jamal Ahmidan".
En su declaración Trashorras reconoció que fue él quien proporcionó la dinamita a la célula islamista, algo que no hizo en el juicio. "Quiero pedir perdón a todas y cada una de las víctimas", dijo y añadió que ahora quiere arrojar "algo más de luz" sobre el caso. Pero el caso es que, según las pruebas periciales lo que estalló en los trenes no fue Goma 2 ECO, la dinamita robada en la mina Conchita.