El líder de la oposición por fin ha fijado postura tras dos días de revelaciones informativas sobre el caso del chivatazo a ETA. Eso sí, lo ha hecho para rebajar el tono de las acusaciones de sus portavoces autorizados a pesar de constatar que el Gobierno ha actuado "al margen de la ley".
En el transcurso de una intervención en abierto ante el Comité Ejecutivo Local del PP de Marbella, Mariano Rajoy incluía en su diagnóstico los "datos que se han publicado" estos días para concluir que, para una "mayoría" de españoles, el Gobierno "engañó" y faltó al Estado de Derecho para salvar la negociación política con ETA.
"Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta", remachó Rajoy, haciendo suya la frase que el ahora acorralado Rubalcaba hizo en la víspera de la noche electoral de 2004, cuando España vivía sumida en la depresión y la confusión por la matanza del 11-M.
Lo que dice ETA que ocurrió en el bar Faisán exige, a ojos del líder del PP, una "explicación" inmediata por parte del titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. De hecho, el Grupo Popular ya ha registrado una petición urgente para que el también vicepresidente primero dé la cara en sesión plenaria.
De lo que se cuidó muy mucho Rajoy en su intervención fue de no pedir la dimisión del ministro; extremo que a la misma hora reclamaba su número tres, Soraya Sáenz de Santamaría, en rueda de prensa tras la Junta de Portavoces. Tampoco respondía a las preguntas de los informadores, habida cuenta de que su exposición de hechos era en una intervención blindada a la prensa.
Las palabras del líder del PP, aún contundentes, no son tan demoledoras como las de sus segundos espadas, que ya llegan a apuntar al mismísimo José Luis Rodríguez Zapatero: "La responsabilidad política de Rubalcaba es directa e inmediata y acabará transmitiéndose a quien le puso en el puesto", sentenció Sáenz de Santamaría. Rajoy sí que afirmó que, en caso de que Rubalcaba no dé la cara, lo tendrá que hacer el jefe del Ejecutivo que "para eso lo es".
La portavoz popular en el Congreso hizo suya, además, la petición de dimisión que formuló 24 horas antes su colega Esteban González Pons: "Tiene que dar explicaciones y dimitir", dijo. Y es que, a ojos del PP, tiene que responder a dos preguntas clave: "Qué pasó en el bar Faisán y por qué pasó".
En caso de que finalmente Rubalcaba no comparezca en la Cámara Baja, para el PP sería un síntoma evidente de que el Gobierno ordenó el chivatazo: "Estará asumiendo lo que estamos conociendo", dijo, para machacar la idea de que ya no vale con su folclore parlamentario en las sesiones de control. Tiene que ser esclarecedor.
"A medida que encajan las piezas del puzzle" va a apareciendo "la cara" del ministro, aseveró Sáenz de Santamaría en otro momento de su intervención, por lo que su situación empieza a ser "muy delicada".
Preguntada sobre si, a tenor de los datos, Rubalcaba ha dejado de ser un interlocutor válido en el marco del Pacto Antiterrorista, Sáenz de Santamaría no fue tan lejos, ciñéndose a la estrategia marcada desde Génova: lo primero, vino a repetir, son las explicaciones. Ahora bien, "desde luego está muy tocado para cualquier actividad política, para cualquiera".
"Tenemos al ministro que ETA quería"
En declaraciones a esRadio, González Pons afirmó que en las actas se dice que se cambió al ministro del Interior y al fiscal de la Audiencia para dar "satisfacción a la ETA negociadora" y ahora "tenemos al ministro y al fiscal que ETA quería".
En este sentido, indicó que "las actas hay que leerlas detenidamente" porque, en su opinión, El País las ha filtrado de golpe "para que la noticia dure sólo un día". "Zapatero mintió antes, durante y después del proceso", dijo.
Lo que no hará el PP de momento, aseguran fuentes solventes, es cambiar los actores que preguntarán al ministro por el chivatazo a ETA; seguirán siendo los responsables de Interior del partido, Ignacio Gil Lázaro e Ignacio Cosidó, y no Rajoy o Sáenz de Santamaría.