Parecía una sesión tranquila en la que la aprobación de la participación española en la guerra de Libia se produciría sin mayores incidentes, pero el 'No a la guerra' ha vuelto a sonar en el hemiciclo ocho años después de la guerra de Irak.
Ocurría justo después de la votación. En el momento en que el panel de votaciones se encendía con la luz verde, el presidente del Congreso, José Bono, daba paso al resultado: "votos a favor, 336; no, 3; abstención, 1. En consecuencia, el Congreso autoriza por ratificación la participación de las Fuerzas Armadas españolas en la crisis de Libia, en aplicación de las resoluciones de Naciones Unidas. Se levanta la sesión".
El hemiciclo en pleno dirigía entonces su mirada a lo alto, a la tribuna de invitados. "No a la guerra! ¡No a la guerra!", jaleaba un grupo de unas ocho personas desde la grada, que comenzaban a ser desalojadas por los ujieres del palco de visitantes.
La bancada azul del Gobierno permanecía sentada en sus escaños, mientrasZapatero, Rubalcaba y Salgado miraban atónitos a una mujer que gritaba: "¡Socorro, socorro! ¡Soy una ciudadana libre!". Trinidad Jiménez se tapaba la cara con la mano. José Antonio Alonso miraba al suelo se peinaba con una mano y su número dos, Eduardo Madina, se ponía en pie en posición desafiante, con las manos sobre su escaño.
"Me están avasallando, ¡Socorro, socorro, socorro...!", gritaba una de las mujeres desde la tribuna mientras era desalojada. Zapatero dirigía entonces una sonrisa forzada al presidente del Congreso, José Bono, éste con gesto serio. El presidente devolvía su mirada al suelo. Los parlamentarios comenzaban a salir del hemiciclo como si nada ocurriera mientras seguía escuchándose con nitidez: "Socorro, socorro", "No a la guerra, no a la guerra".
Los 'invitados' eran miembros de la plataforma 'No a la Guerra' que lideraban el PCE, IU y otros colectivos de izquierda, pero fuentes parlamentarias de IU e ICV aseguran a Libertad Digital que "las personas que han proferido los gritos no han sido invitadas por nosotros". Los asistentes pueden acudir invitados por una organización política o como público a través de una solicitud directa a la Cámara Baja.
A diferencia de lo que sucedió con los anteriores altercados protagonizados por un grupo de saharauis y el actor Willy Toledo, esta vez los alborotadores no han sido trasladados al calabozo del Congreso, tal y como entonces ordenó José Bono. Tras el trámite de dejar sus datos personales han abandonado el Congreso. No serán multados porque el pleno ya había acabado.