LD (Pablo Montesinos) "No es una obsesión, es un deber". Las víctimas del terrorismo no se resignan a callar ante el hostigamiento de los terroristas. En una mesa redonda celebrada en la universidad San Pablo CEU de Madrid, Teresa Jiménez Becerril abrió un total de seis testimonios desgarradores. "Tenéis que saber que es lo que nos pasó para que no os engañen" ensalzó la hermana de Alberto, concejal sevillano del PP asesinado junto a su esposa por ETA.
Su madre, también presente, es "ejemplo vivo de la derrota de ETA". Dice que su voz es "la mejor arma" contra los asesinos y contra aquellos que apoyan ideológicamente a la banda. Apunta con el dedo al Partido Nacionalista Vasco: "sus falsedades alimentan la violencia".
Teresa, que dejó España para vivir en Italia, dice de su hermano que a él, como los jóvenes, "le encantaba la libertad y su amor por España". No es cierto "que todos los políticos sean iguales".
En su opinión, uno de los periodos más dramáticos para las víctimas llegó con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Explica que nunca más podrá creer en el presidente, entre otras cosas, "porque no ha pedido disculpa por los atropellos cometidos". "A mi nadie me ha pedido disculpas", sentencia.
Fue durante el periodo de rendición cuando "ir contra ETA significaba ser vengativo y radical". Recuerda como se les acusó de ser politizados por salir a la calle y mostrar su rotundo rechazo a la tregua-trampa. Pide ayuda ante la hipocresía del terrorismo.
Rechaza las palabras de Ingrid Betancourt -apelando a negociar con ETA- porque "al dialogar con ellos les reconocemos" y "no podemos premiar a los terroristas por matar a los nuestros". "Si mostraran nuestro dolor, el de las víctimas, no habría manera de idealizar a los asesino", concluyó Teresa Jiménez Becerril ante la efusiva ovación de toda la sala, en la que también había familiares y personalidades del mundo antiterrorista.
Viuda de Fernando Mújica, asediada por su entorno
El dirigente socialista Fernando Mújica fue asesinado por ETA en 1996. Su viuda, Mapi Heras, dice que el País Vasco es "la tierra de los escoltas", "una sociedad cobarde" que nunca ha querido denunciar, alto y claro, la barbarie del terrorismo. Como Teresa Jiménez Becerril, también denuncia las palabras de Betancourt y le exige que devuelva el Premio Príncipe de Asturias.
Mapi dejó el País Vasco y se marchó a Madrid porque "ya no podía aguantar más" en San Sebastián. "Estaba cayendo enferma", no podía aguantar como el Gobierno vasco ayudaba a las familias de los asesinos "mientras a las víctimas nos despreciaban". Se fue porque no podía entender como había Ayuntamientos gobernados por el brazo político de ETA. Tampoco se fía del presidente Zapatero y advierte: seguirá alzando su voz allí donde la llamen.
Ana Velasco: "los jóvenes vascos no viven en libertad"
Ana Velasco Vidal-Abarca, hija del comandante Jesús Velasco Zuazola, asesinado por ETA en Vitoria en 1980, es otro ejemplo de fortaleza. Una su condición de víctima para exigir que los jóvenes del País Vasco tengan las mismas oportunidades que los del resto de España. Ahora, explica, "no viven en libertad" y la Universidad "les oculta la realidad".
Un adoctrinamiento social, educativo y político que se observa ciudad por ciudad y pueblo por pueblo. Su lucha también se centró en la desaparición del callejero etarra ya que es muy duro ver "una plaza dedicada a uno de los asesinos de mi padre". Eso, exclama Velasco, "lo permitió nuestro Estado de Derecho" y "ni una sola institución" actuó "hasta que las víctimas lo hemos denunciado".
Pedraza: "Yo no sé quien ha matado a mi hija"
Ángeles Pedraza es vicepresidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo y víctima del 11-M. Perdió a su hija en la matanza de Madrid. Hoy clama justicia ante la indiferencia de la Justicia y el Gobierno, "que mira para otro lado". Denuncia que los terroristas "sí marcan la agenda" y que lo harán hasta que no se acabe con el terrorismo. "No puede haber empate, tiene que haber vencedores y vencidos", asegura.
Sobre la investigación del 11-M, exige saber quién mató a su hija: "Yo no sé quien la ha matado". En este sentido, recuerda la sentencia del Tribunal Supremo -que dicta que se desconocen los autores intelectuales de la masacre- para exigir que no se de carpetazo y se siga investigando. "Bermejo no tiene capacidad ni actitud para ser ministro", ha continuado, para después preguntarse: "¿Oculta la verdad de la sentencia?".
Concepción Martín
El quinto testimonio correspondió a Concepción Martín López, viuda del Teniente Coronel Blanco. Conchita pide respeto a aquellos que han sufrido el azote de ETA. Advierte que, en muchas ocasiones, ha recibido desprecios por parte de aquellos que no les consideran clave en la lucha contra la banda terrorista. "Hay indiferencia y mentira", denuncia.
Por ello, reclama a la sociedad española que nunca se olvide a las víctimas: "Hay personas que son ejemplo y signo de resistencia y jamás hablan". Personas que cuando vieron a Zapatero negociar a ETA sintieron que "el Estado se arrodillaba" ante los asesinos. "No se puede permitir que un asesino consiga lo mismo negociando que matando", sentenció.
Irene Villa, ejemplo de superación
A los doce años, el 17 de octubre de 1991, sufrió en sus carnes uno de los atentados más sanguinarios de la banda terrorista ETA. Fue en el distrito madrileño de la Latina. Cuando acudía al colegio junto a su madre, estalló la bomba adosada en el coche en el que viajaba. Ella perdió las piernas y tres dedos de su mano. Su madre perdió una pierna y un brazo. Se llama Irene Villa, y cerró la mesa redonda.
Villa se suma a las palabras de Jiménez Becerril al decir que "yo también soy un ejemplo del fracaso de ETA". Le fue difícil seguir adelante pero lo consiguió. Ahora solo piensa en una cosa: comerse el mundo. "Todos los 17 de octubre hacemos una fiesta, volvimos a nacer", asegura. Advierte que es difícil pero se acaba superando. Su mayor ilusión, el esquí: espera poder estar en las próximas Paraolimpiadas.
Su sonrisa, sin embargo, se tuerce a la hora de hablar de la negociación con ETA. También de la Justicia, de la que no esconde sus dudas. Al Ejecutivo le recomienda escuchar a las víctimas, "una auténtica lección moral que muchos políticos deberían oír, una auténtica Educación para la Ciudadanía".