El problema para el Gobierno no es que las patrulleras de la Guardia Civil sufran un acoso casi diario en las aguas del Estrecho, por parte de la Royal Navy. El conflicto real es que estos hostigamientos se den a conocer. Eso es lo que evidencia la postura del ministerio del Interior que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba, que, además de no poner cerco a estos acosos, lo que busca ahora es que la opinión pública no esté informada de ellos.
Así lo asegura El Mundo este lunes, que cuenta cómo Interior ha dado instrucciones precisas de localizar a los guardias civiles que hayan filtrado estos episodios a la prensa. Para ello, se ha puesto en marcha una auténtica caza de brujas en la que el ministerio está convencido de que estas filtraciones provienen de algún miembro de dentro del cuerpo.
Por ello, las unidades de especialistas de asuntos internos están centrando sus esfuerzos en dar con los chivatos, con aquellos que tratan de que se conozcan los vergonzosos episodios que están pasando en el Estrecho.
Pero Interior se olvida de que, aunque consigue silenciar al Cuerpo, muchos de las decenas de incidentes se han dado a conocer por la propia embajada británica. Así ocurrió, por ejemplo, con el último de ellos, en los que transmitió una queja a Exteriores de que había adoptado "medidas defensivas" al ver una embarcación de la Guardia Civil acercarse a un buque de guerra británico.