El Partido Popular buscaba la foto, y la ha conseguido: lleno hasta la bandera en la plaza de toros de Antequera, histórico bastión del socialismo andaluz. El coso taurino se ha quedado pequeño para acoger a los decenas de miles de militantes y simpatizantes que se han congregado al grito de "Zapatero, dimisión" y "Zapatero embustero". Según fuentes de la organización, y a tenor de que muchos no han podido ni tan siquiera acceder al recinto, han sido más de 20.000 las personas congregadas.
Cosechado el éxito de público, Mariano Rajoy se ha dedicado única y exclusivamente a darse un baño de multitudes. Nada nuevo en su discurso político. La única novedad, que venía dada por ese segundo comunicado de la banda terrorista ETA, la ha ventilado en medio minuto para destacar que "no nos vale" porque lo único que espera de los terroristas es "que digan que nos disolvemos y que se acabó el terrorismo".
Hasta entonces, sentenció, "apoyo a la Guardia Civil y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado". Ni una sola advertencia al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para que no se le ocurra sentarse a negociar con los asesinos, ni una sola mención a las elecciones locales y forales del País Vasco como "prueba de fuego" de la buena fe del Ejecutivo.
Por lo demás, el jefe de la oposición se ha dedicado a vender su libro. "La gente quiere cambio, cambio en España, cambio en la Junta de Andalucía y cambio en Antequera" y "este partido está dispuesto y está abierto a todos", proclamó. Una idea que machacó con insistencia: "los que se quieran sumar tienen la puerta abierta. El empleo es nuestra prioridad para ahora y para el futuro", apostilló.
Hasta media docena de veces dio la matraca con su libro, hasta el punto de que lo personalizó en Eduardo, uno de los miles de personales que le escuchaban: "Eduardo, hay otra forma de gobernar, hay otra forma de ver las cosas, hay políticas distintas. El PP trabaja y lo va a conseguir".
"Este es un acto en positivo", llegó a afirmar Rajoy, lo cual recordó a su reciente visita a Melilla, cuando dijo que no acudía a la ciudad autónoma a polemizar con Marruecos o con el Gobierno. "Un acto para la esperanza, para el cambio", y es que, según insistió, el PP es un partido que "invita a todos a sumarse" a su proyecto.
La única crítica a Zapatero llegaba de la mano del desempleo. "En 1996 llegamos al Gobierno y en ese momento 22 de cada 100 españoles no podía trabajar. En 2004, cuando dejamos el Gobierno eran diez. Seis años después Zapatero nos ha devuelto a 1996, ése es el balance de Zapatero".