La polémica marcha proetarra que se desarrolló en Bilbao el pasado sábado está siendo investigada ahora por el mismo juez que a su vez permitió que se celebrara sin ningún tipo de problema. Santiago Pedraz quiere saber ahora qué es lo que ocurrió durante el tiempo en el que miles de personas recorrieron las calles de la capital vizcaína.
Para ello, el magistrado de la Audiencia Nacional ha citado a declarar como testigo a la persona que convocó la marcha proetarra. Su nombre, tal y como recoge la agencia Efe, es Félix Salvador Placer Ugarte. Sin embargo, lo que destaca de este personaje es su adscripción religiosa puesto que es sacerdote. Pero en realidad, ¿quién es este cura?
Es posible que el aspecto menos destacable de Félix Placer sea su religiosidad a tenor de sus simpatías hacia el entorno de ETA y su defensa de Batasuna y su defensa de las tesis de la banda.
Colaborador del diario Gara y de la revista Elkarri, este sacerdote ha sido además durante años profesor en el Seminario de Vitoria. No extraña que en la diócesis vitoriana tan sólo haya tres seminaristas, nueva muestra de la grave secularización del País Vasco producida por la introducción del nacionalismo en la vida religiosa.
Este sacerdote, que ahora tiene 73 años, ha sido durante mucho tiempo el principal exponente de la "Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria", más conocida por aglutinar a los conocidos como ‘curas batasunos’ por su defensa de todo el entorno que rodea a la banda terrorista.
Este teólogo apuesta, como no podía ser de otra forma, por una iglesia nacional vasca. En su tesis doctoral, "Creer en Euskal Herria", define su concepción de iglesia vasca afirmando que debe "desde los planteamientos del Dios de Jesús de Nazaret, servir al Pueblo Vasco, mediante su evangelización, en su proceso de liberación integral, en el desarrollo de su específica y original personalidad y en el alumbramiento de una sociedad plenamente democrática y superadora de la actual clasista-capitalista".
Además, Félix Placer afirma a través de su coordinadora de sacerdotes independentistas que "se puede ser marxista aceptando el marxismo como análisis de la realidad" apostando por una "izquierda vasca cristiana, instrumento al servicio de una iglesia popular".
Sin embargo, esto no es lo peor que ha dicho el sacerdote que convocó la marcha proetarra del pasado sábado. En un artículo de 2002, el diario ABC recoge unas gravísimas declaraciones de la coordinadora de curas de la que era la cara visible. "El camino violento es un mal menor integrable en el proceso cristiano de liberación", afirmaban.
Sobre el terrorismo, la coordinadora aseguraba de forma cínica que "no pueden condenarse todas las violencias por igual vengan de donde vengan. En este sentido, no es lo mismo ni tiene la misma gravedad la violencia agresora que la violencia defensiva y, en consecuencia, su valoración ética no puede ser tampoco la misma". Y para más inri, añadían que "el problema no es el llamado terrorismo de ETA, sino la situación injusta del Pueblo vasco".
En su largo currículo de apoyo al entorno proetarra, este sacerdote firmó el manifiesto en contra de la ilegalización de Batasuna y se manifestó públicamente cuando decenas de batasunos se encerraron en parroquias de San Sebastián, Bilbao y Vitoria.
Desafío en su columna en Gara
El pasado mes de octubre, Placer escribía una columna en el diario Gara en el que se mostraba enfadado por el cambio de rumbo de la iglesia vasca emprendido por el Vaticano. No duda en criticar el nuevo giro dado por los nuevos obispos de Bilbao y San Sebastián. "Con precisión vaticana se va cumpliendo la calculada estrategia para la Iglesia de Euskal Herria", aseguraba con resignación.
Este párrafo literal resume perfectamente las prioridades de este sacerdote:
"¿Acaso no debería la Iglesia vasca reclamar los derechos humanos individuales y colectivos de un pueblo que desea ser sujeto de su propio destino desde su identidad? ¿No tiene la responsabilidad evangélica de exigir la erradicación de toda forma de tortura y tratos inhumanos y degradantes denunciados por las víctimas e incluso por organismos internacionales? ¿No debe ser la Iglesia instancia importante para superar todas las violencias y apoyar un proceso de paz desde la libertad, justicia y diálogo sin exclusiones? ¿No puede defender la participación de todos los grupos políticos en el proceso para la urgente de normalización de Euskal Herria? ¿No deberá identificarse con todas las víctimas de tanto sufrimiento, sin excepciones, y abogar por tantos presos y presas injusta e ilegalmente tratados en situaciones especiales por todos conocidas? ¿No tendrá que denunciar las causas de una crisis económica y de la pobreza creciente causadas por un sistema económico injusto y depredador?".
Para acabar su artículo, este cura radical lanzaba un desafío y aseguraba que "nadie podrá impedir que las flores crezcan en el bosque y el viento del Espíritu siga soplando con aires de libertad, suscitando, alentando una Iglesia diferente y un mundo, donde los pueblos decidan, con democracia y justicia, y vivan su propia dignidad solidaria".