Si Francisco Camps lleva bastantes meses de calvario político, mediático y judicial por el supuesto regalo de varios trajes cuyo valor no llegaría a los tres mil euros, el panorama que se abre para Miguel Sanz, todavía presidente de Navarra, podría ser ciertamente desolador, ya que ha sido denunciado por el mismo delito que el político valenciano en una querella que Manos Limpias ha presentado ante el Tribunal Supremo.
El problema, al menos para Sanz, es que él sí ha admitido haber recibido el regalo, un reloj de la marca Franck Müller, una prestigiosa firma suiza de alta relojería, con un valor alrededor de los 10.000 euros. Esta cantidad puede parecer muy elevada, pero en realidad está en la línea media de precios del catálogo de la compañía.
El regalo se produjo el pasado mes de junio y saltó a la prensa con no poca polémica en agosto: la caja de ahorros de Navarra había regalado varios relojes de alto precio a algunos de sus altos cargos políticos que abandonaban sus puestos en los órganos de dirección de la entidad.
En aquella ocasión recibieron regalos hasta cinco políticos: el socialista Roberto Jiménez; el secretario general de UPN, Carlos García Adanero; la alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina; el vicepresidente y consejero de Economía de Navarra, Álvaro Miranda; y el propio Sanz.
Regalos que se devolvieron
Tres de los agraciados con los regalos de la Caja, en teoría como agradecimiento por los servicios prestados, decidieron devolverlos, a pesar de que sus relojes, un Rolex en el caso de García Adanero, un IWC en el de Jiménez y otro Franck Müller en el de Yolanda Barcina, eran más baratos que el de Sanz.
Sin embargo, tanto el propio presidente navarro como su vicepresidente se han negado a devolver el regalo: Miranda afirmó haber entregado un donativo a Cáritas por el importe del reloj; Sanz, por su parte, ha dicho que ha puesto a la venta el suyo para entregar el dinero para unas obras de recuperación del patrimonio en su pueblo. Ninguno de los dos ha aportado documentación al respecto.
Sin embargo, lo que sí consta en diversas declaraciones públicas es que el político de UPN había aceptado el regalo y, de hecho, "no lo devuelvo porque es un regalo que yo creo que me lo he merecido en mucha mayor medida que se lo han dado a otros, incluidos empleados y altos cargos. Me lo he merecido muchísimo más".
Cohecho impropio
La querella de Manos Limpias, que afecta tanto a Miguel Sanz como a Álvaro Miranda, les acusa de un delito de cohecho impropio y se basa en la definición del delito que ha hecho recientemente el propio Tribunal Supremo a raíz del caso Camps, cuando aclaró que para que se dé el delito "basta con la aceptación de un regalo entregado en consideración a la función o cargo desempeñado".
Según el querellante Manos Limpias, dicho regalo "se hizo en consideración a su condición de presidente y de vicepresidente segundo del Gobierno, respectivamente, por cuanto su condición de miembros de los órganos de administración de la CAN era inherente a su condición de miembros del ejecutivo de Navarra".
Además, para Manos Limpias los regalos "exceden de los meros usos sociales" para un presente de cortesía, algo que resulta bastante obvio dado su elevado precio. Y para terminar, el querellante puntualiza que aunque Sanz y Miranda "hubieran decidido donar el importe" del regalo, eso "no elimina el delito", ya que lo importante es "que recibieron el regalo y decidieron quedárselo".
El propio Miguel Sanz ha calificado ya la iniciativa de Manos Limpias como "temeraria" en declaraciones recogidas por EFE, pero si nos atenemos a la jurisprudencia del TS sobre el tema y a los antecedentes quizá lo temerario sea no prestarle la atención que el asunto quizá acabe mereciendo.
Ahora, es el propio TS el que debe decidir si admite a trámite la querella siguiendo su propia doctrina o decide no hacerlo en una decisión que demostraría un doble rasero cuanto menos llamativo.