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MANIFIESTO de la concentración policial

Por su interés, reproducimos íntegro el manifiesto remitido por las asociaciones sindicales representantes del colectivo, y que fue leído durante la manifestación del sábado.

Buenas tardes a todos los policías nacionales, guardias civiles y familiares y amigos que hoy han querido dar un paso en la senda del compromiso para venir a Madrid y reclamar, con su presencia, más respeto y una apuesta real, inmediata y verificable del Gobierno por un colectivo de 61.000 funcionarios que asume una de las labores más vitales para nuestra democracia: la protección de los derechos fundamentales y libertades públicas.

El Gobierno y su Ministerio del Interior han olvidado muchas cosas. Han olvidado que la Policía garantiza nuestra seguridad, protegiéndonos de la amenaza del terrorismo, del tráfico de drogas, de las mafias dedicadas a la inmigración ilegal, de las bandas que asaltan nuestras viviendas y negocios, de los asesinos, violadores y maltratadores.

El Gobierno ha olvidado que son los policías nacionales los que se juegan la vida en las calles de nuestro país para detener a todo tipo de delincuentes. El Gobierno se ha olvidado de las personas. Porque los protagonistas de cumplir una labor de tanta importancia y riesgo son castigados con el salario más bajo de todos los que perciben los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Porque el Gobierno ha olvidado que las grandes políticas de Seguridad las ejecutan personas. Personas a las que, primero en un programa electoral y luego en una mesa de negociación laboral, se les prometió dignificar sus sueldos. Mucho antes de sufrir la actual crisis económica. El Gobierno olvida que los policías nacionales salen a la calle todos los días para cumplir con su responsabilidad constitucional y proteger a la sociedad.

Cumplen pese a tener los salarios más bajos. Cumplen pese a tener que comprar ellos mismos las herramientas esenciales que garanticen su seguridad y su propia vida. Cumplen pese a sufrir unas condiciones laborales que dificultan la viabilidad de cualquier proyecto de vida familiar o personal. Cumplen pese a comprobar cómo el Ministerio del Interior aprueba mejoras salariales en 2005, en plena situación de bonanza económica, para luego no aplicarlas, amparándose ahora, cuatro años después, en que no hay dinero.

Cumplen a pesar de las continuas transferencias de fondos millonarios que el Gobierno realiza a favor de otras Administraciones, para las que no debe existir la crisis. Sólo una de ellas, la librada en 2008 para la Generalidad de Cataluña, equivale al sueldo de todo un año de 25.000 policías nacionales de la escala básica. O el presupuesto destinado a subvencionar el cine español en 2009, que representa el salario anual de 3.500 agentes.

Al ministro del Interior, que ha puesto al frente de la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil al político más gris y pusilánime de todos cuantos

han asumido esta responsabilidad en democracia, sólo le preocupa elaborar decenas de grandes planes, cuadrar sus estadísticas, o cambiar una y otra vez la estructura de su departamento para acoger a un sinfín de órganos de análisis que, paradójicamente, se nutren del trabajo que realizan en la calle las estructuras policiales más olvidadas y humilladas por el desprecio al que se ven sometidas. El ministro sabe que la Policía está mal pagada. Sabe que no tiene los medios suficientes para cumplir con su labor.

Sabe del malestar de los funcionarios y conoce perfectamente la calculada estrategia que sus mandos policiales, capitaneados por el Director Adjunto Operativo, están desarrollando para boicotear sistemáticamente cualquier cauce de negociación con los sindicatos. Por ello, desde aquí queremos interpelar al ministro para que cuente a la sociedad española cuál es su modelo policial. Si Seguridad es sinónimo de bienestar en cualquier democracia. ¿Qué pretende este ministro, al protagonizar el mayor retroceso en derechos y libertades sindicales de toda la democracia?, ¿qué pretende al incumplir de forma reiterada sus promesas electorales plasmadas por escrito en el programa de su partido?, ¿cómo puede explicar a la sociedad española que las grandes operaciones que tantos réditos mediáticos le proporcionan son sólo el resultado de la profesionalidad, esfuerzo y compromiso de unos policías mal pagados, con escasos medios y con jornadas laborales más propias de sistemas predemocráticos?

Por todo ello, y aprovechando el esfuerzo realizado para estar hoy aquí, queremos trasladar un mensaje a nuestros conciudadanos y al Gobierno. Nuestra profesionalidad no se va a resentir. Nuestro compromiso con las libertades y la seguridad es permanente. Pero nuestra reivindicación no termina aquí. Nuestras reclamaciones son justas. Esa es nuestra fuerza. Esa es nuestra voluntad inquebrantable. Y, a pesar de las risas nerviosas y desprecios de algunos mandos policiales y de los responsables del Ministerio del Interior, vamos a seguir apostando por una Policía de primera, con unos sueldos dignos, con los medios necesarios para ser eficaces y, por supuesto, con los derechos laborales exigibles en cualquier Estado de Derecho. Porque pedimos respeto profesional y justicia salarial.

Este es el momento, señor Rubalcaba. Este es nuestro momento. Rectifique y cambie el rumbo de uno de los mayores ataques a los derechos de un colectivo de funcionarios que se juegan la vida todos los días.

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