El Partido Popular tiene tres presidentes en la actualidad: el fundador, Manuel Fraga, el de honor, José María Aznar, y el máximo responsable de la formación, Mariano Rajoy. Raro ha sido en los últimos años que todos coincidieran en un acto de partido, si bien la instantánea se produjo en la Convención Nacional de Sevilla y tuvo su ensayo en la I Cumbre del PP en el Exterior, celebrada en León.
Una vez digerido todo lo ocurrido en las que han sido las dos semanas más intensas del partido desde hacía tiempo, en el PP ha calado la idea de que la puesta en escena del 'Rajoy presidente' no hubiera salido tan bien si sus dos antecesores no hubieran estado en la fotografía.
Una imagen, la de los 'tres todopoderosos' de Génova 13, que ha obligado a dejar atrás viejas -y destacadas- rencillas en pro de un interés común: desalojar a José Luis Rodríguez Zapatero de La Moncloa.
La relación con Manuel Fraga
A priori, el enfrentamiento soterrado entre Fraga y Rajoy es el más desconocido, pero sólo de puertas para afuera. En los bastiones de Madrid y Galicia es vox populi que siempre han tenido diferencias. Hace ya dos años, en un desayuno con periodistas, la cara de Rajoy lo decía todo cuando le preguntaron por la intensa presencia en los medios del ex presidente autonómico.
"Es así", vino a decir, dejando claro que no le convencía esta actitud. Una cara que repetía en un acto bastante más cercano en el tiempo, en septiembre de 2010, cuando reunía en Santiago de Compostela a su Comité Ejecutivo Nacional. Entonces, Fraga mostró su preocupación por la apertura de juicios contra el Franquismo en Argentina y Rajoy, perplejo, no llegó ni a contestarle.
"Nunca le ha gustado que tome la palabra en los órganos y durante el caso Gürtel sus palabras nos provocaron más de un quebradero de cabeza", explican fuentes del aparato del PP. Traducido: una "enemistad" que viene de lejos, concretamente del tiempo en el que Rajoy era consejero de la Xunta.
Fraga, por su parte, tampoco ha tenido empacho en mostrar su malestar con Rajoy, la última no hace mucho al constatar que "no le hacía caso" cuando tomaba la palabra en los órganos internos. Así quedó de manifiesto en la citada reunión de Santiago. Sin embargo, el fundador del partido siempre ha acudido a dónde Rajoy se lo ha requerido, y su presencia en la capital hispalense, pese a su delicado estado de salud, lo constata.
Cómo están las cosas con Aznar
La relación entre Aznar y el líder popular tiene mucho más miga, que ya es decir. El ex presidente le eligió como sucesor cuando él regía los designios del país y, en reuniones con afines, ha reconocido en más de una ocasión que "a la vista" de lo acontecido "se equivocó". Incluso llegó a sugerir que volvería a tomar las riendas del PP tras la segunda derrota electoral de Rajoy y con el partido abierto en canal.
Sin embargo, una vez avanzaba la presente legislatura, el partido se estabilizaba y los sondeos empezaban a ir bien para el líder de los populares, Aznar -que nunca llegó a declarar la guerra abiertamente, si bien sugirió a Rajoy no dar la espalda a los principios y valores- empezó a apoyarle más vivamente.
"Él necesita el apoyo de todos, y el apoyo más modesto con el que cuenta es el mío", dijo en la capital leonesa el ex presidente. "Querido Mariano, sabéis que podéis contar conmigo, en lo que pueda ser de ayuda, como un militante más en esta gran tarea", añadió en Sevilla.
Unos gestos que, según confesó Rajoy a posteriori, le congratularon, por lo que "trabajará" a fin de que Aznar participe en la campaña electoral de las próximas citas con las urnas.
"¿Qué no se llevan bien? Estoy seguro que nadie te habrá dicho que tengan una buena amistad. Lo que sí que tienen es sentido de Estado. Aznar es muy importante para el partido y estamos encantados de que volvamos a tener una buena relación", zanjan en la sede nacional del partido.
Una paz, destacan en FAES, que se produce "por el bien" de España, lo que no quita que Aznar "se quede boquiabierto" con la política de Rajoy de ponerse de perfil ante los "graves problemas que nos azotan".