En 1981 fue asesinado por ETA el director de la empresa Moulinex, José María Félix Latiegui, en la localidad de Usurbil (Guipúzcoa), cuando se disponía a ir a su casa. 29 años después de esto su familia todavía vive el drama de no haber podido hacer justicia a pesar de la dura y larga batalla legal que han vivido tanto en Francia como en España.
Esta familia ha saltado a la palestra por haber sido expulsada este jueves de la Audiencia Nacional por el juez Gómez Bermúdez tras mostrar una foto en la que se pedía "justicia" para su padre y marido. Sin embargo, no es el primer problema que este magistrado ha tenido con estas víctimas de ETA a las que ninguneó ya en su propio despacho.
Ramona Garrido, y su hija, Amai Latiegui, han relatado a Libertad Digital el drama que han vivido estos años y la desesperanza que sienten ante la inacción de la Justicia. Tras haber tenido que ocultar durante muchos años, -viven en el País Vasco-, que José María falleció en un atentado, dicen no poder aguantar más ante tanta injusticia. "Encima te dicen que molestas", aseguran.
Este jueves se juzgaba en la Audiencia Nacional al etarra José Antonio Zurutuza Sarasola, alias "Capullo", que tiene en su haber tres asesinatos a sus espaldas. En 1981, la víctima fue Latiegui y un año después el delegado de Telefónica, Enrique Cuesta y su escolta, Antonio Gómez García. Pero la vista juzgaba sólo estos dos últimos asesinatos, por los que la Fiscalía pide 30 años de prisión.
El terrorista, una vez detenido en Francia, cumplió allí su pena hasta que la familia Latiegui comenzó una dura batalla legal para conseguir la extradición. Tras reunirse con varios ministros galos y pagar abogados franceses, finalmente en 2006 fue extraditado a España por el asesinato que cometió en 1981. Nuestro país defendió ante Francia que dicho crimen no había prescrito para lograr su regreso.
La familia asegura que ese día llegaron a brindar ante esa victoria que habían conseguido. Sin embargo, la espera al juicio se iba alargando y no se celebraba a pesar de que el etarra había sido extraditado exclusivamente para este proceso.
Su sorpresa llegó cuando se enteraron de que el terrorista iba a ser juzgado pero por otro asesinato, el cometido en 1982, y no por el que había motivado su llegada a España. Según su familia, que ha criticado duramente al juez Bermúdez, en el despacho del magistrado éste les dijo que tenían "que estar contentas y no quejarse" y que se conformasen con la sentencia por el otro proceso que tiene pendiente el terrorista.
La documentación a la que ha tenido acceso LD, concretamente la sentencia de extradición, demuestra que este delito no habría prescrito en contra del criterio del abogado del terrorista. De hecho, queda claro que la extradición se logró por este asesinato: Francia admitió enviar a España a este etarra porque España le había informado de que el delito no estaba prescrito.
Bermúdez les dijo que la decisión de que el crimen hubiera prescrito era interpretable. En la votación Bermudez llegó a emitir un voto particular en contra de la prescripción, aunque no prosperó. Los familiares creen que "era para lavarse las manos puesto que sabía que no prosperaría".
Tanto Ramona como Amai recuerdan el trato recibido tanto en su despacho como en la vista de este jueves y evocan las palabras del magistrado: "No tendría que decirlo, pero dentro de lo que cabe tenéis suerte porque el asesinato fue en el 81 y había entonces muchos movimientos en ETA y no convenía ni indagar". Indignadas, contestaron que su objetivo es que se juzgue al terrorista por todos los crímenes cometidos.
Por ello, la familia ha llegado a la conclusión de que "cuando no interesa no se busca" y encima te dicen que "molestas". De hecho, aseguran que ni el fiscal se ha leído la documentación. Así, aseguran que durante tres años les dieron desde la magistratura "palmaditas en la espalda y discursitos para que luego de repente te digan que no se le va a juzgar". "Bermudez dice lo que quieres escuchar", sentencia la hija del empresario asesinado por ETA.
De este modo, los allegados de José María Félix Latiegui, entre desolados e indignados, se preguntan qué intereses existen para que no se juzgue a este etarra a pesar de la documentación y tras haber estado tres años en España esperando a ser juzgado por ese crimen.