Las patrulleras de la Guardia Civil que luchan contra la inmigración ilegal, el contrabando y el tráfico de drogas están siendo de nuevo acosadas duramente por la Armada Británica, la Royal Navy, en aguas del Peñón. Mientras tanto, los agentes siguen manteniendo las órdenes de no responder a las intimidaciones por lo que el acoso ha ido en aumento.
Según cuenta El Mundo, en las últimas semanas se han vuelto a multiplicar estas amenazas y se han registrado al menos seis incidentes de cierta relevancia. Además, el Ministerio del Interior habría sido informado puntualmente de todos estos altercados sin que haya tomado ningún tipo de medida pública.
El primero de estos incidentes se produjo el 19 de enero cuando se alertó a la Guardia Civil de movimientos extraños de la Policía de Gibraltar. Los agentes se trasladon al lugar y observaron que los británicos habían colocado boyas naranjas a lo largo de más de 600 metros de mar limitando ese lugar y queriendo señalizar “sus aguas”.
Días después, el pasado 1 de febrero, una patrullera española inspeccionaba una embarcación de recreo española cuando llegó la Royal Police y exigieron a los guardias civiles que abandonaran "sus" aguas. Los agentes españoles sólo se fueron cuando terminaron su labor de inspección pero la embarcación británica volvió después a inspeccionar la embarcación de recreo española entrando en aguas españolas.
Ese mismo día, la Royal Navy trató de interceptar una patrullera de la Guardia Civil y se situó a escasa distancia escoltándola. Después se dispusieron a grabar en vídeo a los agentes. Después, les cortaron la proa “de forma virulenta, creando un gran peligro para la navegación” por lo que tuvieron que cambiar el rumbo para evitar el abordaje.
Tan sólo un día después se produjo otro altercado con la Royal Navy. Al igual que el día anterior acosaron a la Guardia Civil colocándose en paralelo y grabando en vídeo a los agentes de la Benemérita.
El 9 de febrero hubo otros dos incidentes. Cuando los miembros del Instituto Armado acudían a identificar a dos embarcaciones se encontraron con dos embarcaciones de la Royal Navy que dieron un ultimátum de cinco minutos a los guardias civiles para que abandonasen el lugar mientras grababan a los agentes. Tras quince minutos de gran tensión los españoles volvieron a puerto e hicieron lo único que tienen permitido: informar de lo sucedido a sus superiores.
Por último, el 26 de febrero, guardias civiles y varios técnicos realizaban pruebas a una patrullera cuando una patrullera de la Royal Navy se acercó a toda velocidad. Los agentes españoles ignoraron la actuación británica. Por radio, la Armada del Reino Unido dijo que España estaba invadiendo aguas de “soberanía gibraltareña” por lo que supuestamente estaban infringiendo “la normativa internacional, al entrar en sus aguas sin autorización”.
Por su parte, los guardias civiles se limitaron a decir que la soberanía de las aguas era una interpretación unilateral y no compartida y cortó la comunicación. Posteriormente, crecieron las amenazas y los guardias optaron por no responder a las provocaciones.