El Partido Popular vuelve a asumir como propio el discurso nacionalista en el País Vaso y Cataluña, una de las premisas de la actual dirección nacional salida del congreso de Valencia. Lo protagonizan Antonio Basagoiti y Alicia Sánchez Camacho, dos de los dirigentes regionales más identificados con Mariano Rajoy y lo hacen en dos asuntos capitales, como el trato a las víctimas del terrorismo y en el permanente chantaje de la Generalidad al Estado en materia económica.
Dos noticias que conocemos en una de las peores semanas del Gobierno Zapatero, acorralado por las actas de ETA y el escándalo del chivatazo, mientras amplios sectores de la opinión pública reclaman al PP una respuesta más contundente.
Una estrategia que no puede desligarse de la proximidad de las elecciones y las expectativas de triunfo que todas las encuestas otorgan a Mariano Rajoy. La prioridad del líder del PP es, sobre cualquier otra consideración, allanarse el camino hacia La Moncloa. De ahí el empeño que ha puesto en reconstruir las relaciones con el PNV -según ABC, el pasado 17 de marzo se vieron en secreto Mariano Rajoy e Iñigo Urkullu en Madrid- y CiU –las conversaciones con su portavoz en el Congreso, Duran Lleida, son más que fluidas-.
Ni siquiera, parece, un escándalo de la magnitud del chivatazo a ETA y las actas de la negociación de ETA ha supuesto un abandono de este proyecto de entente con los nacionalistas para un futuro Gobierno de Rajoy. Todo pese a que tanto CiU como, sobre todo, el PNV siguen acudiendo en auxilio de Zapatero cada vez que lo necesita. El útlimo ejemplo, ayer mismo, con la negativa del PNV a apoyar la petición del PP de comparecencia de Alfredo Pérez Rubalcaba en el Pleno del Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre el chivatazo a ETA.
En la Cámara de Vitoria ha salido adelante, con el respaldo del grupo que dirige Antonio Basagoiti, una iniciativa a fin de conceder ayudas a los "damnificados por actuaciones policiales o agentes del Estado". Los populares dieron su visto bueno al texto en lo fundamental asumiendo la reparación de las víctimas de "motivación política", dando pábulo a las acusaciones -cada vez más insistentes- de miembros de ETA de que las Fuerzas de Seguridad practican la tortura.
Para empezar, confiesan en Génova, este apoyo viene en contra de uno de los principios fundamentales de la política antiterrorista del PP, y que pasa por estar "siempre" del lado de las víctimas del terrorismo y, enlazando en corto, de la Policía y la Guardia Civil. Así lo expone, tras conocer el movimiento de Basagoiti, un miembro del aparato de la formación, que alerta de que "que estamos llegando a límites insospechados".
Las víctimas del terrorismo han sido contundentes, a la par que unánimes: "Lo que se trata es de tapar a nuestra víctimas, de volver a enterrar al símbolo de la tenacidad ciudadana, de igualarlas incluso con miembros de la banda terrorista que las asesinó contra todos nosotros", afirma Salvador Ulayar, a través de su blog. "Yo hubiera votado en contra. Ya está bien de confundir y de tratar a todos de la misma manera. A víctimas y verdugos", se queja la todavía alcaldesa de Lizarza, en declaraciones a Libertad Digital. Para Regina Otaola, "son cosas como éstas las que me ratifican en el hecho de dejar la política en el País Vasco".
A Mariano Rajoy le pilló esta noticia en Mérida. Sin embargo, el líder del PP no se refirió a este extremo, y su entorno -en fuentes- quedó sorprendido por la decisión de Basagoiti, pero no le reprobó.
Tampoco dio respuesta el jefe de la oposición al otro disfraz nacionalista, que en este caso llega desde Cataluña. Durante una visita a Mataró, la líder del PPC, Alicia Sánchez Camacho, asumió como propias las tesis de CiU en relación a los recortes económicos anunciados por el Ejecutivo central, y añadió: "No estamos dispuestos a pagar los errores del señor Zapatero y le pedimos al señor Mas que deje de darle apoyo mientras no cumpla el plan de financiación" que tiene con la región.
La tesis de Sánchez Camacho es que Cataluña se merece lo acordado antaño y que, si ahora se recorta, es por la ineptitud de dos personas: el anterior presidente regional, José Montilla, y el actual jefe del Ejecutivo a nivel nacional, Rodríguez Zapatero. Sobre este último, "ahora quiere que seamos los catalanes los que hagamos más esfuerzos", se quejó.
Unas quejas que chocan frontalmente con la primera gran receta de Rajoy para salir de la crisis económica: apretarse el cinturón. De hecho, excluyendo el paquete de medidas que incluía la citada congelación de las pensiones, el PP ha dado vía libre -aunque a regañadientes- a todos los planes propuestos por el Ejecutivo socialista.
En Génova admiten que el Partido Popular tiene que nadar, de aquí a las elecciones generales, entre dos aguas: intentar mantener intacto su apartado de Principios y Valores pero, además, reforzar su buena sintonía con los nacionalistas vascos y catalanes.
Los contactos se suceden, yendo a más a partir de la mitad de la presente legislatura, tanto en el Congreso de los Diputados como al máximo nivel, entre Rajoy y los líderes Urkullu (PNV) y Mas (Duran). Hace poco más de dos semanas, sin ir más lejos, el presidente del PP se reunió por espacio de dos horas en Madrid con el dirigente peneuvista. Encima de la mesa, además de ETA, los venideras elecciones.
Tanto en País Vasco como en Cataluña, explican en Madrid -de nuevo, en voz soterrada-, intentan que esta entente cordiale vaya a más, y ya de paso conseguir que el PP no se vea como un enemigo. Traducido: no habrá llamada al orden, a pesar de que -en el caso vasco- este respaldo del PP venga con las actas de ETA encima de la mesa y con el debate abierto sobre la idoneidad de ruptura con el Gobierno por "buscar atajos y mentir a todos los españoles".