El discurso de Soraya Sáenz de Santamaría bien parecía el de un grupo parlamentario que pulsaría el botón del “no” en la votación de la reforma laboral. El motivo: “es aislada, parcial, confusa y mal orientada. Es la reforma del despido y no la reforma para el empleo”, sentenció la portavoz, en una alocución marcada por la bronca en la que el presidente del Congreso, José Bono, ha tenido que llamar al orden en constantes ocasiones.
Ya en corrillos, un miembro de la dirección nacional del PP era aún más contundente: “es la peor reforma posible, la peor de la historia” pero, pese a la crítica, Sáenz de Santamaría anunció la abstención de su grupo en el trámite de convalidación, lo cual permite al Ejecutivo sacarla adelante, habida cuenta de que PNV y CiU también se postularon en este sentido.
El argumento de los populares para no votar en contra es que, si bien “no es la reforma laboral que necesita España”, el PP lo que pretende ahora es “mejorarla” a través de enmiendas. Pide espíritu constructivo al PSOE: “la reforma laboral del Gobierno es la reforma del despido. La que salga de este Parlamento debiera ser la del empleo”, concluyó Sáenz de Santamaría.
Por lo demás, la número tres del PP aprovechó su intervención para sacar a relucir las contradicciones del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a golpe de hemeroteca. “Decía que 'el abaratamiento del despido no ayudará a recuperar la confianza en el sistema financiero', que no iba a apoyar 'reforma laboral alguna que supusiera abaratar el despido', que 'nunca apoyaremos el despido más barato y el rector de las políticas sociales'”, exclamó, para dar la puntilla final: “¡quién les ha visto y quién les ve!”.
Retórica propia de la izquierda populista
La intervención de la portavoz popular evidenció el giro ideológico que se ha observado en el partido desde que el Gobierno se vio obligado por la UE ha cambiar su política económica. Un cambio indisimulado que la secretaria general, María Dolores de Cospedal, acuñó con eso de que el PP es, ahora, el partido de los trabajadores.
Durante el debate sobre la reforma laboral, Sáenz de Santamaría criticó el decreto que calificó como "la reforma del despido". Formuló una crítica genérica del abaratamiento del despido, que tachó de "injusto" en "lo social", acorde con el populismo de izquierdas y muy alejado de las posiciones más liberales que, en tiempos no muy lejanos, defendía el PP.
Alonso critica que el PP no plantee alternativas
Por su parte, y tras la defensa previa del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, el encargado de ofrecer la postura de los socialistas fue su portavoz, José Antonio Alonso. En su alocución no señaló nada nuevo: "la reforma laboral es necesaria; es equilibrada, que no significa que no sea profunda y contribuirá a crear empleo".
Alonso recalcó que su partido "apuesta por mantener el Estado del Bienestar porque eso está en el código genético de los socialistas" y contestó a los populares, en concreto a María Dolores de Cospedal" que no necesitan proclamarse "el partido de los trabajadores" porque "nuestra historia y nuestra fuerza viene de ellos", ha dicho Alonso.
En este sentido, fue crítico con el Partido Popular al que reprochó no dar ni una sola alternativa, criticar la reforma pero no decir qué harían ellos para mejorarla. "Ni saben, ni quieren articular una sola propuesta". Les ha acusado de estar "escondidos" y haber esperado al "último momento" para decidir el sentido de su voto (la abstención). Y es que, según Alonso, el PP ha esperado a "conocer el sentido del voto del resto" de fuerzas políticas.
"Los trabajadores y los empresarios les importan un bledo", espetó el dirigente socialista a los populares, a la vez que elogió a los sindicatos: "han sido fundamentales para el desarrollo de este país".
Unas palabras que, sin embargo, no sirvieron para que esta votación volviera a reflejar la absoluta soledad del Ejecutivo en la Cámara; ninguna formación política respaldó la polémica reforma laboral.