El ministro del Interior será también el vicepresidente primero y el hombre fuerte del Gobierno. Ese hombre es Rubalcaba y asume tanto poder a año y medio de las elecciones, con el PSOE y Zapatero hundido en las encuestas, y con un nuevo "proceso de paz" con la ETA, que es visto como posible tabla de salvación electoral ante la debacle económica. Una entrega de armas de los terroristas, simulada o no, junto a una leve mejoría de la situación económica podría dar un vuelco a las encuestas, en las que el PSOE se ha desmoronado, sí, pero el PP y su líder Rajoy no terminan de despegar.
No es casualidad que por primera vez en la historia democrática recaigan en la misma persona las carteras de Interior, Vicepresidencia primera y portavocía. Con el ingrediente añadido del nombramiento de Ramón Jáuregui como ministro de Presidencia, cartera que sin la portavocía y separada de vicepresidencia se quedaría, a priori, vacía de contenido. Pero el perfil de Jáuregui, veterano de la política vasca y hábil comunicador como Rubalcaba, abona en la tesis de la importancia que puede adquirir el nuevo "proceso" en los próximos meses.
Las nuevas competencias de Rubalcaba, que ya ejercía un enorme poder en la sombra, dejan en un chiste aquello del "súper-ministro" con el que se bautizó a Juan Alberto Belloch que reunió las carteras de Interior y Justicia en el último gabinete de Felipe González –por cierto con Fernández de la Vega, la gran derrotada hoy por Rubalcaba, como secretaria de Estado.
No en vano la negociación para lograr el apoyo del PNV a los Presupuestos Generales del Estado la llevó el propio Rubalcaba. Sería inexplicable que un ministro del Interior negociase las cuentas, pero en los acuerdos con los nacionalistas vascos pesó mucho más la cuestión de ETA que los asuntos financieros.
En su comparecencia para anunciar los cambios en su Ejecutivo, Zapatero lo dejó claro. Dijo que era muy conveniente que asumiera la vicepresidencia primera manteniendo la cartera de Interior, porque ha cosechado muchos "éxitos" y por "el momento tan decisivos para avanzar hacia el final de ETA".
La trayectoria de Rubalcaba es de sobra conocida. Desde sus tiempos como portavoz con Felipe González. Negó los GAL con locuacidad admirable y calentó la jornada de reflexión del 13-M, en pleno asalto a las sedes del PP, con aquel ya histórico "los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta". "A estas alturas no vamos a descubrir a Rubalcaba", dijo hoy Zapatero. Tampoco su cometido.