No por anunciado resulta menos doloroso. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, volvió a despreciar a las víctimas del terrorismo con su ausencia en el VI Congreso Internacional de este colectivo, que se ha celebrado con rotundo éxito en la ciudad de Salamanca.
El jefe del Ejecutivo no ha acudido a ninguna de sus seis ediciones, lo que ha aumentado año a año la brecha del PSOE con aquellos que sufren la lacra terrorista, ya de por sí decepcionados por el infame proceso de negociación con la banda terrorista ETA.
Sin embargo, no sólo es que no se digne a apoyar a las víctimas con su presencia, es que siempre envía a este acto representantes del más bajo calado. Este año, su intención inicial era quedar representado por una mera subsecretaria de Estado, extremo que rectificó a última hora al confirmarse la presencia de Sus Altezas los Príncipes de Asturias en la jornada inaugural.
Por este motivo, el presidente, que ni tan siquiera respondió a la invitación de Cayetano González -presidente del Observatorio de la Fundación San Pablo CEU y organizador del acto- por tres veces cursadas, decidió mandar al titular de Justicia, Francisco Caamaño. Un ministro poco querido por las víctimas, que no entienden por qué se niega a investigar el escándalo del chivatazo a ETA.
El ministro, eso sí, duró poco entre quienes han sufrido el azote terrorista. Una vez Don Felipe y Doña Letizia se despidieron de las más de cuatrocientas víctimas que se han dado cita en el cónclave, Caamaño abandonó deprisa y corriendo el recinto y ya nunca más se supo del Gobierno socialista.
No estuvo en la Plaza Mayor de Salamanca
La ausencia de un alto representante del Ejecutivo en el emotivo homenaje en la Plaza Mayor de Salamanca fue clamorosa. Ante más de cinco mil ciudadanos, las víctimas explicaron su dolor y reclamaron a las instituciones públicas que no le dejaran caer en el olvido. Sin embargo, allí no había nadie de quien nos gobierna para escucharles.
Sí estaba el Partido Popular, representado por un nutrido grupo de autoridades del que destacó un ovacionado José María Aznar, que fue recibido al grito de “vuelve, vuelve” y “presidente, presidente”. Junto a él también asistieron el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti; su antecesora, María San Gil; los eurodiputados Jaime Mayor Oreja y Teresa Jiménez Becerril; la alcaldesa de Lizarza, Regina Otaola; así como muchos representantes autonómicos y locales -todos del PP- como el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. El Gobierno vasco estuvo representado por Alfonso Gil, secretario de organización del PSE.
Caldera, acorralado por los periodistas
Tampoco acudió ningún miembro relevante del Gobierno al acto de clausura, si bien el presidente de la Fundación IDEAS y ex ministro, Jesús Caldera, se dejó caer por la convención de víctimas aprovechando que estaba en la ciudad por otros motivos.
En declaraciones a los periodistas a la entrada del recinto, Caldera negó el plantón del Ejecutivo a las víctimas y se erigió como representante del mismo: “el Gobierno ha estado representado por el ministro de Justicia y por mí”. Dicho esto, aseguró que el compromiso de Zapatero con quienes han sufrido la lacra del terrorismo es “inequívoco”, aunque zanjó con un “no sé” el que el presidente no se dignara a responder la llamada de la organización.
La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, también intentó excusar la ausencia de su jefe. Según dijo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, “todas las víctimas son una prioridad del Gobierno” y Zapatero no estuvo “por encontrarse fuera de España”.
Las víctimas claman: “¡Es humillante!”
Los protagonistas, sin embargo, no piensan lo mismo. “La ausencia de Zapatero es humillante”, zanjó Mari Mar Blanco, parlamentaria vasca y hermana del concejal Miguel Ángel Blanco asesinado por ETA en el País Vasco, en una conversación informal con Libertad Digital. En consonancia con lo dicho el viernes, la dirigente del PP afirmó que, pese a que le hubiera resultado incómodo, “Zapatero debería de haber venido aquí, debería de haber pedido perdón y debería de haber empezado de cero con nosotros”. Sin embargo, concluyó, “nos ha vuelto a humillar, aunque esto ya sea una costumbre”.
En este sentido, la presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga, reconoció en su discurso de clausura que muchas veces la sociedad no ha estado a la altura de las circunstancias. Pidió perdón en nombre de la clase política, lo que provocó un sonoro aplauso por parte del auditorio.
En su opinión, a las víctimas hay que arroparlas “con todo el apoyo posible” y “hacer absolutamente lo posible para que no le vuelva a pasar a nadie”. “Ésa es la deuda que la sociedad automáticamente adquiere con las víctimas, y es un compromiso que aquellos de nosotros involucrados en la vida pública tenemos la especial obligación de cumplir”, sentenció.
Lo que no ha conseguido el Gobierno es callar la voz de las víctimas, que ha resonado con fuerza. Así lo puso de manifiesto Cayetano González en el acto de clausura, quien definió como “personas formidables” a aquellos que han sufrido el azote del terrorismo. González acuñó para este congreso una máxima que acuñó Gabriel Moris en una entrevista en Libertad Digital Televisión: “no olvidar lo inolvidable”.