Poco antes de las once de la mañana, hora en la que estaba fijada la reunión, ya eran varias decenas los periodistas apostados a la entrada de la sede nacional del partido. "Lechera" de la Policía Nacional incluida, los miembros del Comité Ejecutivo Nacional sin plaza de aparcamiento fueron desfilando rodeados de una nube de informadores.
"Ayer comenzó una muy buena semana para el PP", acertó a decir Alberto Núñez Feijóo. A su lado Soraya Sáenz de Santamaría, quién también se expresó en los mismos términos. Francisco Camps, siempre a lo suyo, dijo que la crisis que iban a superar era "la económica y la de José Luis Rodríguez Zapatero".
"¡Sinvergüenzas, sinvergüenzas, iros a Ferraz", le espetaron a Alberto Ruiz Gallardón y a su número dos, Manuel Cobo, un par de transeúntes que se habían acercado a observar el espectáculo.
Llegó el momento de la reunión y se cerraron las puertas –sin Esperanza Aguirre dentro-. Decepcionó, y mucho, que Mariano Rajoy volviera a hacer uso de su secretaria general para la rueda de prensa posterior al cónclave. Los periodistas tampoco pudieron seguir en directo la intervención del líder del PP.
Y tres horas y media después... la marabunta. Entre empujones, los principales dirigentes del partido salían por donde entraban sin hacer declaraciones a la prensa, salvo para recalcar que es el momento de la "unidad" frente al Gobierno de Rodríguez Zapatero. Así lo pusieron de manifiesto el canario José Manuel Soria o el murciano Ramón Luis Valcárcel, entre otros.
En ese mismo momento, e intentando "descongestionar" la entrada de Génova 13, María Dolores de Cospedal se apresuraba a salir ante los medios en rueda de prensa. No cabía ni un alfiler y el escenario bien recordaba a la última comparecencia de Rajoy, la primera desde Semana Santa.
Un nuevo día de locos con el que Rajoy ha pretendido zanjar por enésima vez la crisis interna que sufre su partido. Sin embargo, no son pocos en el PP quienes creen que sólo es un punto y seguido "a una larga agonía".