LD (Carmelo Jordá) Ni políticos ni periodistas parecen haberse acostumbrado todavía al nuevo horario de la sesión de control de los miércoles. Madruga desde la semana pasada y hace madrugar a unos y otros poniendo sordina al debate, además de hacer menos habituales los diálogos de pasillo que tanto off the record proporcionan. Quizá estas horas mañaneras son menos propicias para la tertulia que aquellas de sobremesa.
En cuanto al debate en sí, el PP sigue en su táctica de atacar el flanco económico del gobierno, y a ello se ha dedicado Rajoy después de contar con un sorprendente telonero como Llamazares. Hoy la llaga sobre la que poner el dedo dialéctico ha sido el sector industrial, aquel que según Zapatero iba a tomar el relevo del ladrillo como motor de nuestra economía, como bien ha recordado el líder de la la oposición. Esa afirmación le ha servido a Rajoy para decirle al presidente que "tiene vista de lince", a lo que éste le ha contestado que para vista de lince la del popular.
Me da a mí que más que en Doñana entre linces estamos en el famoso "reino de los ciegos".
Volviendo a la industria, Rajoy ha asegurado que ya le gustaría a él tener un sector industrial como el americano (y eso que EEUU es el maldito generador de crisis), mientras que Zapatero ha dicho que a él el que más le gusta es el español, como si se tratase de un amor de juventud con el que se ha casado y al que no puede ser infiel ni tan siquiera de palabra. Y ya puestos, ha pedido a su oponente una declaración, no de amor, sino de confianza en la industria española, que se ve que anda floja de autoestima.
Pero la industria no es el problema, como tampoco probablemente sea un tema de autoestima que esté en la mano, es decir en la boca, de Rajoy solucionar con un par de piropos; sino en el política económica. Y el problema, al menos para Rajoy, es Zapatero. No es que no tenga algo de razón el popular, pero viendo como vienen los nubarrones tampoco se diría que esto se arregla con un "quítate tú pa ponerme yo".
Sí es cierto que, si bien es complicado que las meras palabras sirvan de mucho, lo que sí que es negativo es la catarata de mentiras y medias verdades con las que viene obsequiándonos el gobierno desde que se empezó a vislumbrar que se habían acabado las vacas gordas, así lo ha dicho muy bien Rajoy en la parte más dura de su discurso: "Usted ha engañado, ocultado la verdad y mentido".
Pues sí, aunque no necesariamente por ese orden. Ahora, también cabría preguntarse si hay alguien que nos esté diciendo toda la verdad.
Sáenz de Santamaría versus De la Vega
Los enfrentamientos entre la vicepresidenta y la portavoz del PP están siendo de lo más jugoso de esta legislatura, aunque hoy parece que se han visto algo afectadas por la somnolencia generalizada que nos traen estos nuevos horarios en los que lo único que parece brillar de verdad es la fenomenal cabellera de José Bono, que recibe ahora los otrora temidos planos picados de las cámaras televisivas a su presidencial tribuna como José Tomás a los toros a porta gayola y con la cabeza casi igual de cubierta que si llevara montera.
Así, el tema elegido hoy por la popular para tratar de inquietar a la vicepresidenta ha sido la falta de coordinación del gobierno, quizá a priori una buena elección dado el habitual baile de declaraciones contradictorias a los que los gobiernos de Zapatero nos tienen acostumbrados, pero hoy De la Vega ha estado algo más ágil que en las sesiones pasadas y ha contraatacado con las distintas posiciones que el PP tienen en diferentes comunidades autónomas sobre muchas cuestiones, un argumento más bien falaz (eso son distintos gobiernos, por lo que resulta más lógico que no se coordinen igual de bien) pero que ha resonado eficaz en el hemiciclo y que, probablemente, también lo sea en los medios y en la calle.
Claro, que tampoco estaría mal que el PP se aclara en algunas cosas...
Y, como siempre, con la despedida de la vicepresidenta la mayor parte de los periodistas y no pocos diputados abandonaron sus puestos en el hemiciclo y partieron raudos, es de suponer que a la búsqueda de un café y un cruasán, que es lo que a uno le pide el cuerpo a estas horas.