Después del discurso del presidente saliente, José Montilla, y tras la lectura del real decreto de nombramiento por parte de una afónica presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, Artur Mas no se ha limitado a prometer el cargo como presidente número 129 del gobierno catalán, sino que ha añadido una apostilla de cosecha propia, para resaltar su compromiso de "fidelidad" al pueblo catalán.
Tras imponerle el presidente saliente, José Montilla, la medalla que le acredita como nuevo 'president', Mas ha empezado su discurso agradeciéndole el "impecable traspaso de poderes" que está llevando a cabo en los últimos días.
Rodeado de sus familiares directos y de autoridades de todo tipo –incluido el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves– en el Salón Sant Jordi del Palau de la Generalidad, Mas ha destacado la trascendencia "milenaria" de los pueblos y naciones, por encima de los Estados, que ha definido como "construcciones artificiales".
Según Mas, "la vida institucional de un presidente es cuestión de años, la vida de las personas acostumbra a ser cuestión de décadas, la vida de los Estados en el mejor de los casos es cuestión de unos cuantos siglos, porque no dejan de ser construcciones artificiales". "Pero la vida de los pueblos, de las naciones, de las culturas, se pueden medir en milenios. Y yo me siento como una válvula más del engranaje que empezó más de mil años atrás", ha añadido.
Mas ha asegurado no sentirse como "un resistente, tampoco un libertador, sino un constructor de Cataluña, de la nación catalana", y ha recordado que "la construcción nacional de Cataluña no es un trabajo para impacientes". "La plenitud nacional de Cataluña a la que muchos aspiramos requiere el esfuerzo constante, dedicación permanente, entusiasmo, ilusión, salvar obstáculos, no dar nada por perdido", ha dicho.
En un discurso de poco más de 10 minutos, Mas ha reconocido que su llegada a la Generalitat coincide con "un momento muy delicado", con un país "lleno de problemas" y donde hay "miedos, confusión y grandes interrogantes" de futuro. Para resumir el ánimo con el que afronta su nueva responsabilidad ha citado la inscripción que figura en la rueda de timón que le han regalado sus padres: "Cabeza fría, corazón caliente, puño firme y pies en el suelo".
Mas se ha comprometido a "poner el país en marcha, movilizar energías", y ha llamado a los catalanes a afrontar "sin miedo" la crisis, poniendo el acento más en el "ejercicio de los deberes que en la reclamación de los derechos". Según dijo, cada catalán tiene el "deber moral" de poner sus capacidades, ideas y experiencias al servicio de Cataluña.
En la parte más íntima de su intervención, Mas ha confesado sentirse "un privilegiado", que ha podido cumplir su "sueño" de convertirse en presidente de la Generalitat, un hito que se añade al otro acontecimiento que han dejado "huella" en su vida: casarse con Helena Rakosnik, con la que ha tenido tres hijos.
Aunque ha admitido sentirse algo "desbordado" ('atabalat') tras unos últimos días de fuertes emociones, Mas ha dicho estar "en paz" consigo mismo, pero también "en deuda" con toda la gente que ha confiado en él. "Tengo más deberes por cumplir que derechos por reclamar. Tengo muchas más ganas de servir a Cataluña y a su pueblo, a los 7,5 millones de catalanes, que de ser servido", ha agregado.
Mas ha recordado que en su etapa como conseller en cap ya dispuso de un despacho en el Palau de la Generalidad, pero aun así no siente que "vuelve" sino que "llega", con voluntad de iniciar una nueva andadura, diferente a la vivida con los gobiernos de Jordi Pujol.
Sus siete años en la oposición no han sido en balde, sino que, según ha destacado, le han permitido aprender mucho sobre Cataluña: "La he pisado, la he conocido a fondo, la he respirado, la he tocado, la he mamado con una gran intensidad", ha afirmado Mas, convencido de que podrá ejercer mejor su cargo que años atrás.
Si Pasqual Maragall dijo cuando tomó posesión como presidente de la Generalitat en 2003 que "había cruzado la plaza Sant Jaume", en alusión a sus años como alcalde de Barcelona, Mas ha explicado que él ha cruzado Cataluña "muchas veces".