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La otra Copa del Rey: Así vivieron la jornada los antidisturbios

Más de un millar de agentes de las UIP formaron parte del dispositivo de seguridad.

Al sur del madrileño barrio de Moratalaz, a escasos cien metros de uno de los accesos a la Nacional III, se encuentra el complejo policial que acoge las instalaciones de la Unidad de Intervención Policial (UIP), los conocidos popularmente como antidisturbios, los agentes destinados a mantener la seguridad pública ante grandes eventos.

La jornada se inicia poco antes de la una del mediodía. En una pequeña sala, el inspector jefe Javier Nogueroles se reúne con los mandos de las unidades para repasar los últimos detalles del dispositivo del día. El objetivo, coordinador 21 grupos de las UIP, compuestos por cincuenta agentes cada uno, que se tendrán que desplegar en puntos estratégicas de la capital.

1050 antidisturbios llegados desde varios puntos del país. Catorce grupos con base en Madrid, once dependientes de la Jefatura Superior de Madrid y tres de la Unidad Central de Intervención, más siete grupos de refuerzo venidos desde Valencia, Sevilla, Galicia y Valladolid.

El plato fuerte: la final de Copa del Rey que enfrenta al F.C. Barcelona y al Athletic Club en el Vicente Calderón. Eso sí, sin perder de vista la manifestación de ultraderecha que iba a recorrer el centro de la capital. En términos cuantitativos, un dispositivo similar al desplegado con motivo del aniversario del 15M, durante la huelga general del pasado 29 de marzo o la final de la Champions League que se celebró en Madrid.

Pasadas las dos de la tarde, los agentes comienzan a cargar el material antidisturbios en las furgonetas y a dejar todo a punto para partir a las zonas asignadas. Es hora de percatarse de que no falta nada y de colocar en posición las rejas de seguridad que cubren los parabrisas. Los primeros grupos empiezan a salir del complejo policial de Moratalaz pocos minutos antes de las tres.

Uno de ellos va al encuentro del autobús de los Boixos Nois, el grupo más radical del Barcelona. Uno a uno son cacheados para impedir que lleguen al centro de la ciudad o al estadio con armas o cualquier tipo de material prohibido por la ley del Deporte. A ninguno se le encuentra nada. La Guardia Civil ya les ha parado antes de llegar a la capital y les ha decomisado una importante cantidad de material pirotécnico.

Dos horas más tarde se ponen en marcha las unidades con los agentes que están doblando, es decir, los que el jueves se habían encargado de que no sucediese nada en las manifestaciones que se convocaron en Madrid en protesta por los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy. Con ellos, en varias furgonetas, algunos periodistas.

El primer destino, la manifestación de la ultraderecha en el centro de la ciudad, uno de los puntos calientes, por el temor a que se pudiesen producir incidentes violentos con aficionados del Barcelona o el Athletic. Por el camino, la emisora policial va cantando las novedades en los puntos estratégicos, mientras los escudos de protección, situados en los laterales, golpean con las puertas y el suelo de la furgoneta.

Todo trascurre con rapidez y sin incidentes. Apenas unos insultos a una familia de aficionados bilbaínos y las provocaciones de una joven antisistema que se cruza con los manifestantes, y que es identificada por los miembros de las Fuerzas de Seguridad. Concluido el acto, es momento de volver a ponerse en marcha hacia otro punto de la ciudad.

La fan zone del Athletic, ubicada en la zona de Príncipe Pio, está a orillas del río Manzanares, es el siguiente destino. Pese a que el alcohol corre a raudales por las venas de la gran mayoría de los aficionados la tarde trascurre con tranquilidad, sin que se haga necesaria la intervención de los agentes, salvo para sacar del río a un bilbaíno con alguna copa de más que quiso sofocar el calor bañándose desnudo en el Manzanares.

Hora y media antes del inicio del partido es hora de poner rumbo al Vicente Calderón, para unirse al dispositivo de la zona. La lluvia de datos sigue en la emisora policial, que no informa de ningún incidente destacable en ninguna de las zonas sensibles de la capital. En los aledaños se producen pequeños incidentes protagonizados por los sectores más radicales del Barcelona y Athletic, que encienden diversas bengalas en el Paseo de los Melancólicos. Los grupos UIP no intervienen para evitar que se produzcan situaciones que puedan poner en peligro la integridad física del grueso de aficionados. La orden de Interior era clara: aplicar el sentido común.

Sí se hace necesaria la intervención en varias puertas del estadio pocos minutos antes del inicio del partido. El exceso de alcohol y el nerviosismo de algunos aficionados producen importantes atascos en el acceso al recinto, además de momentos de tensión y algún incidente protagonizado por algunos que intentaron colarse sin entradas.

Precisamente, dos de esos aficionados que intentaron colarse fueron detenidos y se les imputan delitos de resistencia, atentado frente a la autoridad y un delito contra la Corona. Las otras dos detenciones se producen dentro del estadio y son imputados por delitos de resistencia, desobediencia y amenazas.

La última parada, pasada la una y media de la madrugada, es la plaza de Cibeles. En el templo de las celebraciones madridistas, vallada en previsión de lo que pudiese suceder, hay casi un centenar de seguidores blaugranas celebrando la victoria de su equipo. Los miembros de las UIP aguantan casi otra hora y media en el lugar, hasta que los aficionados se disuelven. Toca entonces regresar al complejo policial de Moratalaz para dar por concluida la jornada.

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