Mariano Rajoy pareció estallar tras varios días recibiendo duras críticas por su política contra ETA. Con las víctimas convocado la primera protesta contra un Gobierno del PP, con dirigentes de su propia casa poniendo en duda su discurso, el presidente dio su particular golpe en la mesa en un escenario que le venía como anillo al dedo: la clausura del congreso de los populares vascos, que reeligió a Antonio Basagoiti como líder por abrumadora mayoría.
El enfado del jefe del Ejecutivo venía de lejos. Desde que el Ministerio del Interior filtró sus planes en política penitenciaria sin la previa pedagogía. En Moncloa se admitió que había fallado sobremanera la comunicación y que no se había explicado bien qué se pretende hacer al sector más vulnerable: las víctimas. Desde entonces, la bola se fue haciendo más y más grande a ojos del Gobierno, teniendo capítulos como la petición de Carlos García -único concejal del partido en Elorrio, y referente nacional por plantar cara a Batasuna- de incluir en la ponencia política de Basagoiti una reprobación de los planes de Jorge Fernández Díaz.
El presidente asegura que nada ha cambiado y que todo está en la ley. Pero en esta ocasión fue más allá al rechazar “quinielas, análisis y titulares”. “Todo el mundo puede hacerlos”, afirmó, en una crítica muy clara a los sectores -también mediáticos- que le están azuzando en este sentido. Frente a ellos situó “la posición del Gobierno de España”. “El Gobierno no tiene ningún compromiso con nadie”, solemnizó, situando la disolución de la organización terrorista como punto de inflexión.
“ETA tiene que disolverse definitivamente y lo demás es su problema”, y si esto no se entiende es que “lo hemos explicado mal”, llegó a admitir Rajoy. El auditorio del palacio Euskalduna, que tenía visibles huecos, le aplaudió el gesto. Si algo se quejan en el PP vasco es que “desde Madrid se nos acuse constantemente de no cumplir contra ETA”, según un miembro de la nueva directiva.
Rajoy, que acostumbra a despachar este asunto en dos frases, hizo de la firmeza contra el terrorismo el gran eje de su intervención, con una vehemencia que provocó sorpresa. “No hay nada nuevo”, insistió. “Esto no terminará hasta el anuncio de la disolución definitiva e incondicional. Esto es lo que esperamos, lo que desea todo el mundo y lo que tiene que producirse” pero “mientras esto no ocurra, ETA es una organización terrorista”.
Rajoy quiso hacer pedagogía: “Esto lo entiende todo el mundo, es que es muy fácil de entender”. No se hablará de nada si antes no se cumple ese requisito. Llegó a hablar de “posición moral” a la que está obligado “como gobernante”. “Si alguien tiene que cumplir la ley es quien tiene que exigirla”, sentenció, en su enésimo intento por afirmar que su Gobierno no ha traspasado la línea roja y no lo va a hacer mientras él sea el capitán del barco.
El momento más emotivo llegó con su recuerdo a las víctimas del terrorismo. “Es imposible no darse cuenta de que no estamos aquí todos los que debíamos de estar”, arrancó, con la presencia de muchos compañeros que han perdido a alguien por el azote de ETA, como Marimar Blanco. “Hemos recorrido juntos la batalla contra el terror. Un largo camino, con mucho esfuerzo y dolor en la andadura”, destacó el presidente, que volvió a entonar el estribillo de que “las víctimas siempre estarán en nuestra memoria”.
En el cónclave del PP vasco no estuvo representada ni la AVT ni tampoco Voces contra el Terrorismo, si bien cada cargo que subió las escalinatas rumbo al atril tuvo palabras de reconocimiento a las víctimas en un clarísimo gesto de reconciliación. Esta misma semana el propio Rajoy confesó no estar preparado para salgan a la calle, como ya han anunciado.
En calidad de presidente nacional del PP, también sacó pecho de principios y valores. “De nuestra forma de ser”, aseveró. Y, en este sentido, mandó un claro mensaje a Antonio Basagoiti, que ni mú dijo sobre ETA para que todo el protagonismo se lo llevara el jefe: “Te podrán poner verde” pero “lo importante es marcarse una línea”.