Antonio Basagoiti no es el mismo que hace cuatro años se presentó para dirigir a un PP vasco en estado de coma, roto por la abrupta salida de María San Gil a consecuencia del viraje ideológico que, según denunció, se inició tras la derrota electoral de Mariano Rajoy en 2008. Desde aquél incierto punto de partida, se ha convertido en un barón autonómico de referencia, pero en el seno de los suyos sigue existiendo dudas sobre la línea marcada en la lucha contra ETA, más aún después de la política penitenciaria impulsada por el Ministerio que dirige Jorge Fernández Díaz.
En su discurso de candidatura, Basagoiti intentó alejar los fantasmas de una relajación en la política antiterrorista: “Ahora toca que la democracia venza definitivamente a la dictadura identitaria, ganándola con justicia y ley, para el resarcimiento moral y político de las víctimas de ETA sea posible, y para que la sociedad se vacune para siempre contra ese fanatismo independentista”. Todos quienes subieron al atril entonaron el mismo discurso, sin interpretaciones: jamás habrá diálogo con ETA.
El líder de los populares vascos fue un paso más allá, y sacó a colación “lo que siempre ha pretendido ETA”. Según esgrimió, es muy importante tenerlo en cuenta para escribir el final de la banda y no caer así en errores de bulto en su último capítulo. “La clave es que ETA lleva 50 años asesinando para que el País Vasco no sea España”, expuso. Pero se mostró convencido de que “va a seguir siendo España después de ETA no sólo los próximos 50 años sino todos los años venideros, los nuestros, los de nuestros hijos, los hijos de nuestros nietos y los que vengan”, proclamó, recibiendo el sonoro aplauso de la militancia.
En el nueva dirección PP vasco -en la que, básicamente, siguen los mismos pero con un esquema más reducido- preocupa sobremanera la fuerza del nacionalismo. Las encuestas internas son demoledoras en este sentido, ofreciendo un abanico parlamentario “muy mayoritario” para Bildu y el PNV. Los populares se mantendrían o subirían mientras que el PSOE seguiría la senda descendiente, según los estudios para consumo interno.
Pero, más allá de lo que surja de las urnas -elecciones que el PP considera se celebrarán en otoño del próximo año-, en los pasillos se habló y mucho de lucha contra ETA y, más en concreto, de la línea de acción demostrada desde que Rajoy se hizo con las riendas de La Moncloa. La inmensa mayoría apoyó con sus votos la ponencia política, redactada por Borja Sémper. “Las víctimas siempre estarán en nuestra memoria, nunca os abandonaremos ni nunca traicionaremos los principios ni los valores que defendisteis, que son los que defendemos nosotros, por los que fuisteis asesinados... y por los que nosotros fuimos amenazados”, defendió.
Sémper no convenció a nueve de sus compañeros, de los 480 compromisarios, que votaron en contra. Entre ellos Santiago Abascal, presidente de la Fundación DENAES y que en su día fue parlamentario en la Cámara de Vitoria. El concejal de Elorrio, Carlos García, batalló hasta el último minuto porque se censurara la política penitenciaria de Interior y se pidiera la ilegalización de las marcas de Batasuna; al final, consiguió una consulta a las víctimas para abordar el primero de los puntos e incluir la necesidad de cumplir la Ley de Partidos, de la que ya prácticamente nadie habla.
El sector crítico dice que el sentir de descontento es mucho mayor, pero que al ser una votación a mano alzada muchos no se atrevieron a dar su opinión por temor al qué hay de lo mío. Denunciaron también zancadillas en la redacción de la ponencia política llegando a “seleccionar compromisarios” y a ocultar “cuándo era la votación”. Sea como fuere, la inmensa mayoría le dio el plácet al texto, que este domingo será refrendado por el presidente del Gobierno con su presencia.
Abascal también rechazó la gestión de Iñaki Oyarzábal como secretario general, que en su intervención no se mordió la lengua: “Hemos tenido que aguantar juicios injustos y de no cumplir nuestros principios. No hay derecho a las cosas que hemos tenido que aguantar”, afirmó, en referencia a las voces de su propio partido durante los últimos cuatro años han dudado de la labor del PP vasco, así como de determinado sector mediático. Oyarzábal puso como ejemplo a los concejales del territorio para recalcar que se han defendido “siempre nuestros principios, valores y convicciones”.
Basagoiti se definió como “referente político” en tiempos de crisis. De hecho, la mayor parte de su discurso no lo centró en ETA, sino a su proyecto como “alternancia” al nacionalismo. Si algo se escuchó fue la palabra “centro”, que tanto gusta al PP vasco, que hace bandera de ir un paso por delante de “Madrid” -por ejemplo- en materia social. Aunque no se llegó a introducir, se barajó la posibilidad de hacer una defensa del matrimonio homosexual. “El PP vasco tiene un proyecto político para liderar Euskadi, un proyecto que mira hacia adelante. Un espacio de entendimiento y no de peleas, queremos que siga dando pasos hacia delante. No queremos pasos hacia atrás”, dijo Basagoiti, que fue reelegido por un aplastante 92,5% de los votos -en 2008 obtuvo poco más del 82%-. Su discurso no fue escuchado por las víctimas. Ni Ángeles Pedraza, presidenta de la AVT, ni Francisco José Alcaraz, de Voces contra el Terrorismo, acudieron a la cita de Bilbao.