El Gobierno es consciente de que ha perdido la confianza de un sector muy importante de las víctimas del terrorismo así como, en menor grado, del propio partido que le sustenta. De puertas para adentro, nadie disimula que el movimiento del Ministerio del Interior en materia penitenciaria "se explicó mal desde el principio", pese a que después se quisiera enmendar con la reunión con Ángeles Pedraza, presidenta de la AVT. Y de ahí que la vicepresidenta volviera a insistir, una semana después de iniciado el incendio político, en remachar la idea de que, bajo ningún concepto, habrá negociación con ETA.
"Este Gobierno tiene una política antiterrorista muy clara, y que identifica en una frase: ‘No va a negociar con terroristas’", zanjó Soraya Sáenz de Santamaría, siempre firme en este cometido. De hecho, de lo primero que hizo nada más aterrizar en Moncloa fue reunirse con los principales colectivos. Precisamente, pensando en las víctimas, la portavoz del Gobierno incluyó otro mensaje importante, diluido en las versiones oficiales ofrecidas hasta la fecha: los terroristas deberán que pedir "perdón" a quienes sufrieron el azote de ETA para obtener beneficios penitenciarios. En otras palabras, tendrán que "reconocer el daño causado".
Además del enfado de las víctimas, el Ejecutivo también sabe que tiene otro frente abierto en el PP vasco, que está a las puertas de su congreso regional, que clausurará Mariano Rajoy. El único concejal que la formación tiene en Elorrio, Carlos García, pidió formalmente "enderezar el rumbo" de la política penitenciaria introduciendo dos enmiendas a la ponencia política en este sentido. Referente por plantarle cara a Batasuna, el dirigente molestó a la dirección de Antonio Basagoiti.
"Yo no voy a entrar en discusiones de partido", zanjó la vicepresidenta. En el Ejecutivo esperan que esas "rencillas" queden solucionadas antes del próximo fin de semana, fecha del cónclave. Oficialmente, eso sí, el mensaje se limitó a recalcar, una vez más, "que ningún preso de ETA nada puede esperar de ninguna negociación" ya que su única vía, concluyó Sáenz de Santamaría, es "la disolución".