Pese a los intentos de los por entonces máximos responsables del ministerio del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba y Antonio Camacho, por negar la evidencia, la investigación del chivatazo a ETA sacudió los cimientos del ministerio cuando el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska imputó directamente a tres altos cargos policiales como los autores del soplo.
Exactamente, al por entonces director general de la Policía Nacional, Víctor García Hidalgo; al Jefe Superior de la Policía en el País Vasco, Enrique Pamiés; y al inspector de la Brigada de Información en Álava, José María Ballesteros. Los hechos fueron un paso más adelante cuando el teléfono móvil número 68674XXXX, utilizado por Camacho, entonces secretario de Estado de Seguridad, apareció en el sumario entre las 17 llamadas clave de la delación a ETA, según los investigadores.
La decisión de llevar a cabo la operación policial se toma el 3 de mayo de 2006 en el despacho que el magistrado tiene en la Audiencia Nacional. Una vez informado de que el dueño del bar Faisán, Joseba Elosúa, tiene en su poder las "nueve botellas de vino" –6.000 euros por cada botella, según los investigadores– que le entregó el dirigente del PNV Gorka Aguirre en la sidrería de Oyarzun (Guipúzcoa), Marlaska dio luz verde a la operación policial.
Según las pesquisas de los investigadores, la puesta en marcha del operativo llegó rápidamente a oídos del máximo responsable por aquel entonces de la Policía Nacional en el País Vasco, Enrique Pamiés, quien no habría dudado en ponerlo en conocimiento del director general del Cuerpo, Víctor García Hidalgo. Ambos habrían hablado en dos ocasiones, siempre por iniciativa de Pamiés. La primera vez, sobre las 22.00 horas, durante casi 28 minutos. La segunda vez, a las 22.43 horas, con una duración de 7 minutos.
Tras conversar con el Jefe Superior de la Policía en el País Vasco, García Hidalgo se puso entonces en contacto con el por entonces secretario de Estado de Seguridad y mano derecha de Rubalcaba, Antonio Camacho. La primera de esas llamadas fue a las 22.50 horas, justo después de colgar a Pamiés, y tuvo una duración de 2 minutos. A las 22.52 horas una nueva conversación, pero tan sólo duró 21 segundos.
Las conversaciones telefónicas continuaron esa noche. A las 23.20 horas, Pamiés volvió a ponerse en contacto con García Hidalgo, en una conversación telefónica que duró 10 minutos y 43 segundos. Tras esta llamada, el por entonces jefe de la Policía en la comunidad vasca habría intentado contactar con el dueño del bar Faisán. Al no poder hacerlo, se puso en contacto con uno de sus hombres de confianza, el inspector José María Ballesteros, que estaba destinado en la Brigada de Información de Álava, al que habría mandado ir la mañana siguiente hasta Irún, para contactar con Elosúa.
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La misma mañana del 4 de mayo, el director general de la Policía llamó a Pamiés a primera hora de la mañana. Exactamente, a las 8.43 horas, y hablaron durante apenas 45 segundos. Una hora después, a las 9.47 horas, fue el número dos de Interior, Antonio Camacho, quien se puso en contacto con García Hidalgo. La conversación entre ambos duró 3 minutos y 30 segundos.
Pamiés y Ballesteros cruzaron todavía tres llamadas antes de que se produjese el chivatazo. La primera, a las 11.04 horas, con una duración de 1 minuto y 10 segundos. La segunda, a las 11.10 horas, que duró 58 segundos. La tercera, a las 11.13 horas, de 27 segundos. A las 11.23 horas se habría realizado la llamada del chivatazo, una comunicación de Ballesteros a Pamiés que se prolonga durante 8 minutos y 11 segundos, según los datos recogidos por los investigadores, y en la que habría entregado en el bar Faisán el terminal telefónico a Elosúa para que fuese advertido por Pamiés de la operación policial.
Minutos después del soplo policial a Elosúa, el máximo responsable de la Policía en el País Vasco llamó en dos ocasiones al director general de la Policía, pero no pudo contactar con él, ya que García Hidalgo se encontraba en ese momento en la toma de posesión de Joan Mesquida como director general de la Guardia Civil, un acto que se estaba celebrando en el ministerio del Interior y en el que también estaba presente Antonio Camacho.
Fracasados los intentos de Pamiés por ponerse en contacto con García Hidalgo, el jefe de la Policía en el País Vasco se puso en por dos ocasiones con Ballesteros, que estaba regresando desde Irún a Vitoria, donde estaba destinado. Finalmente, el director general de la Policía devolvió la llamada a Pamiés, un contacto telefónico que duró 4 minutos y 26 segundos.
En la actualidad la causa del chivatazo permanece en la Audiencia Nacional, donde tras pasar por manos de los jueces Fernando Grande-Marlaska, Baltasar Garzón –que llevó el sumario a dormir el sueño de los justos– y Pablo Ruz, recaerá en los próximos meses en manos de su cuarto magistrado. García Hidalgo, Pamiés y Ballesteros continúan imputados por estos hechos.