Aguirre ha pedido patriotismo como receta para salir de la crisis económica. Dejar atrás una imagen "a la griega" con protestas salvajes en la calle y envolverse en la bandera de España, símbolo "que nos une a todos", para dar un paso al frente y recuperar la confianza. El día después de que el PP de Madrid volviera a darle su apoyo más rotundo, Esperanza Aguirre resumía las dos ideas primordiales por las que, treinta años después, apuesta por seguir en la primera línea de la actividad política: "Compromiso total e irrenunciable con la libertad y una defensa incondicional de la nación".
Fue el broche a un cónclave en el que quedó demostrado, una vez más, que el PP madrileño es Esperanza. Lo es con el 97,2% de los votos, más que en la anterior elección. "Los españoles saben que se me entiende todo lo que digo. Y se me va a seguir entendiendo", proclamó la protagonista, que recibió el espaldarazo público de Mariano Rajoy, que acudió a la clausura para elogiar su forma de hacer política.
Aguirre habló claro. Sin medidas tintas. El PSOE fue centro de todos sus ataques políticos, pero también tuvo gestos significativos. En primera fila, tras el último movimiento del Ministerio del Interior en la lucha contra ETA, sentó a Ángeles Pedraza, presidenta de la AVT. "Siempre con las víctimas del terrorismo, con su dignidad, con su justicia y con su victoria", resumió Pablo Casado, íntimo de la presidenta, quien evitó el choque de trenes, si bien dejó bien clara su opinión en la ponencia política que se incluye en su candidatura.
De hecho, si algo reclamó Aguirre hasta quedarse afónica fue dar "las batallas políticas e ideológicas". Mentó expresamente al presidente del Gobierno al solemnizar que "vamos a darlas" porque "me niego a admitir la superioridad moral de la izquierda". "Nuestros principios son más sólidos y nuestros valores más firmes que los de nuestros adversarios. No vamos a aceptar esa superioridad. No pueden ser moralmente superiores quienes dejaron en el paro a cinco millones de españoles y después van y presumen de de preocupaciones sociales", argumentó.
Aguirre se mostró con "energía e ilusión renovadas". Con las pilas cargadas "en lo ideológico y político". Fue un nuevo portazo, el más sonoro, a quienes hablan de una próxima retirada política. Como en la víspera, se definió con más ganas que nunca, pero con los mismos pilares de siempre. En concreto únicamente dos, incluidos en su proyecto: libertad y España. Si algo provoca orgullo entre los suyos es asegurar que cuentan con el proyecto "más liberal".
"Lo que ha ocurrido en España no puede volver a ocurrir", defendió la baronesa autonómica, pare rechazar las "mentiras" de los socialistas. "Tenemos el empuje y las ideas para salir de esta situación", añadió, en un capote a las políticas del Gobierno que reiteró en más de un ocasión. "Se sale a base de esfuerzo, de sacrificio y de confianza en nosotros mismos", recetó. Aguirre recordó que la España de hoy es la misma que "creaba más empleo que ningún otro país en Europa, que cumplió con todas las condiciones del euro". Y por eso llamó a desquitarse de la herencia del PSOE, aún demoledora, y a salir cuanto antes de la crisis.
Fue entonces cuando se vivió el momento más intenso, con gran parte del auditorio puesto en pie. Frente a "algaradas y desórdenes públicos", la líder del PP de Madrid miró a la plaza de Colón para proclamar que "la imagen que tenemos que proyectar es la de la bandera de España". El aplauso se alargó varios minutos. "Es el momento de estar orgullosos de la bandera sin complejos, como hacen todos los países europeos y americanos. ¡Ya está bien de avergonzarse del símbolo que nos une a todos y que es la garantía de nuestra libertad", sentenció.
Aguirre llamó a "dejarnos de lamentos" y a "aprender" de los empresarios que dicen "yo confío en España". "¡Pues sí, nosotros confiamos en España!", remató. Un discurso que, vista la respuesta de las bases, era el que necesitaban. De firmeza, y de confianza en el futuro. Rechazando dogmatismos. Parece que hay Esperanza para rato.