¿Por qué el PP no logró movilizar a su electorado en las últimas elecciones andaluzas? El problema es saber por qué más de 420.000 andaluces que votaron a los populares en noviembre de 2011 no fueron a votarlo el día 25 de marzo.
Esa diferencia, de haberse mantenido el resultado de los demás, hubiera sido suficiente para que el PP obtuviera la mayoría absoluta o estuviese, como en Extremadura, a un escaño de obtenerla.
ABC trata de ahondar más allá de las apariencias y entra en liza contra el tipo de campaña que se ha practicado. El Mundo hace hincapié en la dependencia económica y moral de la sociedad andaluza. Otros aprovechan para señalar que es bueno que Griñán y aliados se "coman su marrón". Hay quien subraya el peso del partido oculto, los sindicatos, y la falta de explicación de algo, desde la subida fiscal a la reforma laboral, por parte del PP. El País prefiere considerar el voto socialista vergonzante y el exceso de confianza, "los sobraos", del PP. En general, y a pesar de la necesidad del análisis, en el PP andaluz prefieren "tirar palante" aunque, tarde o temprano, harán la reflexión.
La campaña del perfil bajo
Dentro del PP, se va abriendo paso la tesis de una "mala campaña". Según ABC, los "barones" provinciales han protagonizado un papel de perfil bajo ordenado por la dirección de la campaña consistente en no confrontarse con el PSOE ni sus líderes centrando el debate sobre la corrupción sólo en el caso de los ERE, visto por el conjunto de Andalucía como una cosa de los "sevillanos y la Junta", pero no propia.
En esta línea se acusa ahora, a toro pasado, no haber incidido en la herencia dejada en muchos ayuntamientos porque es lo más cercano lo que puede, según esta tesis, conducir al cambio como se ha comprobado en las elecciones municipales de 2011. También se subraya haber infrautilizado el arsenal de argumentos y hechos que ponían de manifiesto la corrupción del PSOE.
La reforma laboral
No haber explicado a conciencia la subida de los impuestos como consecuencia de la herencia recibida, que ha afectado a las clases medias, profesionales y trabajadores de salarios medios y altos, y no haber explicado popularmente nada acerca de la reforma laboral, ha sido insuficiente para contrarrestar la labor de agit-prop desempeñada por el "partido oculto", los sindicatos, correa de transmisión al servicio de la izquierda política.
Durante la campaña se ha vuelto a oír la tesis de la liquidación de las pensiones de los mayores, del fin del empleo fijo, del fin del despido ajustado a derecho, del principio de una era de superrapiña empresarial, de la monarquía absoluta de los empresarios en las empresas y demás argumentos que, ante la ausencia de debate, han entrado como inyecciones en el cuerpo electoral sin la presencia simultánea de antídotos.
La comida del marrón
Hay quienes, al parecer, dentro del PP están contentos de algún modo, quizá encontrando virtud a la necesidad, porque lo que ha sucedido implica que la izquierda se coma en Andalucía el marrón que han generado en toda España. Griñán lleva aplicando recortes que procura hacer pasar inadvertidos aunque se nota y mucho en educación y sanidad especialmente. Ahora, con los recortes obligados de la Unión Europea y la caótica situación de las cuentas andaluzas, Griñán y su gobierno de coalición o de consentimiento con IU deberá recortar por sí mismo dando la cara del recorte y, aunque proceda a la confrontación con el gobierno nacional para tratar de endosarle el muerto, el PP tiene ahí una gran oportunidad desde Madrid y desde Andalucía.
La dependencia social se ha hecho abrumadora
La estructura social andaluza va dejando asimismo su explicación política del resultado electoral del pasado día 25. Con más de millón largo de parados, millón largo de asalariados que no llegan al salario mínimo individualmente, con la pobreza en torno al 31 por ciento de población en riesgo, con casi millón y medio de pensionistas y con una Junta de Andalucía que domina el 20 por ciento de la economía real andaluza -uno de cada cinco euros del PIB es generado desde la Junta-, la dependencia social del gobierno andaluz es casi obligada. Es la tesis de El Mundo.
Si a ello unimos el hecho de que hay más de 400.000 empleados públicos en la Junta, municipios y organismos dependientes y casi 30.000 en empresas públicas fundaciones y derivados, se podrá comprender cómo es de comunicante la relación entre consignas de la izquierda partidas de la Junta y la realidad popular andaluza. Por poner un ejemplo, la tesis de los recortes relacionada con el PP ha sido repetida en la sanidad andaluza con toda insistencia durante la campaña a pesar de que la competencia de la sanidad y sus recortes es de la Junta regida por el PSOE.
Los sondeos y sus errores han impedido la reacción adecuada del PP
Que los sondeos han equivocado a todo el mundo ya es un hecho. En El País dicen que en primer lugar, ha aparecido "un voto oculto y silente -en este caso socialista-, avergonzado y remiso a identificarse como tal -de ahí que no pueda ser adecuadamente detectado en los sondeos-, pero dispuesto, pese a todo, a permanecer fiel a sus siglas en estas concretas elecciones". Es evidente que el electorado socialista tiene un especial enganche emocional, superior al del electorado popular, con las elecciones autonómicas, que percibe como más prototípicamente andaluzas.
El miedo a los cambios inexplicados y estresantes del PP ha hecho que de los siete de cada diez andaluces que decían desear un cambio de partido gobernante en su región, entre ellos casi la mitad del electorado socialista, muchos hayan sentido vértigo y pánico.
Finalmente, está el exceso de confianza del electorado popular y algunos problemas internos poco detectados, tal vez las gestiones municipales, que podrían haber hecho la primera mella en la fidelidad tradicional del voto del PP andaluz.