En el PSOE están contentos, mucho, con los resultados en Andalucía. Han perdido, pero han evitado la esperadísima hecatombe que habría puesto al candidato socialista contra las cuerdas.
José Antonio Griñán lo sabía: si perdía el gobierno de la Junta, los cuchillos le esperaban el 26 de marzo. La abultada derrota sería la excusa perfecta del secretario general para quitarse de encima al líder andaluz, que apoyó a Carmen Chacón hace poco más de un mes en el 38 Congreso.
Por eso mismo, el propio Griñán lanzó su advertencia tan sólo dos días antes de las elecciones al mismísimo Rubalcaba: "No podemos medir las responsabilidades orgánicas con el éxito electoral, porque pocos responsables orgánicos han tenido éxito electoral. De ser así no tendríamos Ejecutiva", y añadió que "salvo Andalucía, hemos perdido en casi todas las comunidades. Y salvo aquí, que vamos a ganar, ha sido un año muy malo para el PSOE. Y el anterior también".
Alfredo Pérez Rubalcaba tiene que lidiar ahora con otro líder díscolo más –aparte de Tomás Gómez y Pachi Vázquez – que sale de estas elecciones autonómicas más fortalecido, incluso, que él mismo.
Desde la sede de los socialistas, en la madrileña calle de Ferraz, donde han estado atrincherados el secretario general y su mano derecha, Elena Valenciano, junto a otros cargos socialistas, se ha vendido una imagen de alegría, de felicidad y de triunfo. Han informado que Rubalcaba ha llamado a Griñán para felicitarle por el "excelente" resultado. Y han distribuido una fotografía de ese momento con un Rubalcaba sonriente hasta el extremo.