El PP ha ganado por primera vez en unas autonómicas andaluzas, como han enfatizado Arenas y Cospedal. Pero su triunfo se queda muy lejos de las expectativas y, lo más importante, del objetivo marcado de desalojar del poder al PSOE tras más de treinta años en el Gobierno.
Los populares se han quedado con 50 escaños, muy lejos de los 55 necesarios para la mayoría absoluta. El PSOE, con 47 diputados, podrá gobernar con IU, que, con doce, dobla el número de asientos obtenidos en los anteriores comicios. Juntos, superan ampliamente el margen necesario. De ahí el entusiasmo mostrado por Griñán ante una derrota mucho menor de lo que se temían.
Los populares han ganado 3 escaños respecto a las elecciones de 2008 y el PSOE ha perdido 9. Casi 40.000 votos han separado a las dos fuerzas mayoritarias: el PP ha logrado el respaldo del 40,57 % de los andaluces, frente al 39,55 % del PSOE.
Pero es elocuente la comparación con las generales. Entonces, los populares lograron cinco puntos más de apoyo y un total de 1.982.000 votos. En estas, obtuvieron 1.566.000, es decir, han perdido 400.000 votos en tan sólo cuatro meses.
Al PP no le han valido ni gestos como la subida del IRPF ni la cascada de escándalos que se han venido conociendo en las semanas previas a las elecciones relacionados directamente con Griñán. Tampoco los largos años del socialismo al frente de la Junta, que han dejado una larga lista de corruptelas más allá del reciente fraude de los ERE. Se esfuma así la gran oportunidad de Arenas para acabar con el régimen andaluz, que seguirá, con permiso de IU, otros cuatro años controlando Andalucía.
Por otro lado, el parlamento seguirá teniendo representación de sólo tres partidos: UPyD no ha logrado representación pese a sus casi 125.000 votos, que representan un 3,35 por ciento de los sufragios. Tampoco volverá a la cámara el Partido Andalucista, que se queda fuera con un 2,5% de los votos.