A siete días de que las urnas den su veredicto, el Partido Popular vivió su momento más dulce. Nadie quiso perderse el último domingo de campaña junto a Javier Arenas, empezando por el presidente del Gobierno. También estuvieron Soraya Sáenz de Santamaría y los andaluces Cristóbal Montoro y Fátima Báñez. “Queda poco para abrir las ventanas, ya no queda nada”, resume el sentir en la recta de la recta final. La euforia apenas pudo ser contenida. “El cambio está a la vuelta de la esquina”, aventuró Teófila Martínez.
Todas las encuestas auguran mayoría absoluta para el PP en Andalucía, y tanto Génova como el equipo del candidato lo dan por hecho. Sus sondeos internos así lo vienen pronosticando desde hace ya muchos meses; ni siquiera hubo nervios con el barómetro del CIS. En Cádiz, a las puertas del bicentenario de la primera Constitución, los populares volvieron a llamar “a hacer historia”. A cambiar de régimen y a acabar con el último bastión rojo. “Andalucía necesita un cambio político como lo fue la Constitución de 1812”, proclamó un Mariano Rajoy hinchado por el ambiente, especialmente vehemente, que apeló “a las reformas” de la Carta Magna más liberal para pedir el voto masivo para Arenas.
La “brújula liberal” como referente “de un salto hacia adelante”, defendió el jefe del Gobierno, en esta ocasión vestido con mono mitinero. “Lo que propone PSOE e IU es lisa y llanamente que nada cambie. Es exactamente lo contrario que necesita Andalucía, que es un cambio político. Eso es lo que se decide el domingo que viene. Lo demás es ruido, chascarrillo y cosas para distraernos”, argumentó, ante un público entregado.
Lo que se dirime en los comicios andaluces, según presidente y candidato, es seguir “en el pasado” o ponerse manos a la obra para atajar la sangría del desempleo, que en el caso de Cádiz eleva el porcentaje a un dramático 35%. “Los que apuestan porque nada cambie están en lo de siempre, en el pasado, en intentar meter miedo en el cuerpo a la gente. ¡Sólo hay que tener miedo a que sigan los mismo, que son los que nos ha traído hasta aquí, que son los que nos han traído a la situación que ahora tenemos que abordar!”, afirmó un Rajoy guerrero, para quien estas elecciones son su primera prueba de fuego en pleno plan de reformas a nivel nacional.
El PP llamó a sacudirse el polvo de treinta años de gobiernos socialistas. “El cambio es acabar con la opacidad, con la mala burocracia, con las viejas recetas que solo traen desánimo”, apuntó el presidente. Frente a ello, “responsabilidad, compromiso y reformas” personificadas en Arenas, del que dijo “trabajará por el crecimiento económico y la creación política”. “El cambio político es también respetar al contribuyente y su dinero”, aseguró en referencia al escándalo de los ERE, que no citó expresamente porque, afirmó, ya no merecía la pena. “Este no es un problema de ideologías, es un problema de que hay que cambia, de que así no se puede seguir”, añadió pletórico.
El candidato no podía disimular su alegría. Su certeza de que los aires de cambio soplan como un vendaval. Ni tan siquiera se molestó en rebajar la euforia, como sí que hizo por la mañana en un foro con profesionales sanitarios en Utrera. “El PP no recorta, plantea reformas para no llegar a esos recortes”, defendió, pero no se quedó ahí: “El PP va a recortar abusos, derroches y privilegios. Hoy, los insultos dejárselos al 100% al PSOE”, afirmó, ante cinco mil militantes y simpatizantes, según fuentes de la organización.
Arenas echó mano de la tijera, pero no en el sentido que auguran los socialistas: “Voy a recortar en comisarios políticos en Educación, Sanidad y Administración”, aseveró. Aún le quedó una partida más: “La voy a recortar muchísimo. Es más, la voy a recortar hasta su absoluta desaparición. La partida de los ERE desaparecerá con el Gobierno del cambio en Andalucía”, sentenció.
No hubo mensajes nuevos, habida cuenta de que el PP tiene claro qué es lo que se juegan los españoles el 25-M. “Regeneración” frente a “inmovilismo”, y en este sentido se lanzaron todos los portavoces, en un ambiente casi de celebración de resultados antes que se hayan metido las papeletas en las urnas. De auténtica fiesta con un público enfervorecido que ovacionaba a sus líderes a cada momento. “¡Estas elecciones hay que ganarlas por nuestros hijos y nuestros nietos!”, destacó Arenas frente al eslogan del PSOE, que habla de “sus abuelos y bisabuelos”.
“Vientos de cambio”, en palabras de todo aquél que subió al atril. El único que intentó rebajar en algo la felicidad ante lo que parece ya una realidad fue Antonio Sanz, secretario general del PP andaluz: “No os confiéis. Nuestro mayor mayor enemigo es el exceso de confianza. Vamos a confirmar en las urnas lo que ya es un clamor en la calle, el fin del ciclo socialista”, afirmó. Sin embargo, de la sonrisa de oreja a oreja del candidato, y también del presidente, se desprende que ya casi tocan el Palacio de San Telmo. Tanto es así que Rajoy ha pedido retrasar la hora de salida de su avión a Seul, en la noche electoral, para compartir con Arenas la última ola de la marea azúl.