Nada más producirse el atentado del 11-M, los vagones atacados fueron destruidos con una rapidez sorprendente. Sólo uno de los vagones no fue desguazado: el único vagón que había estallado en el tren de Santa Eugenia.
El tren completo de Santa Eugenia –compuesto por una unidad de cabecera y otra de cola, cada una de ellas con tres vagones– fue llevado por las vías hasta la estación de clasificación de Renfe en Vicálvaro el mismo 11-M por la noche.
Este es el aspecto que presentaba el tren de Santa Eugenia en aquella estación el 17/3/2004:
Foto 1
Allí, en la estación de clasificación, la unidad de cabecera (que no había sufrido daños) fue separada de la de cola, quedando ésta en esa estación durante seis meses, mientras Cercanías de Renfe pedía presupuesto de reparación a la compañía Remimfer.
El presupuesto fue aceptado por Renfe en agosto de 2004, tras lo cual esa unidad de cola se llevó el día 11/9/2004 a las instalaciones que la compañía Tafesa (perteneciente al mismo grupo de empresas que Remimfer) tiene en el distrito de Villaverde de Madrid.
Una vez en Tafesa, se separaron los tres vagones que componían la unidad de cola. Los dos vagones posteriores no habían sufrido daños de importancia, pero en el primero sí que había estallado un artefacto.
Este era el aspecto que tenía el vagón en Tafesa el 21/9/2004, justo después de haber sido separado de los otros dos:
Foto 2
Después, ese vagón se introdujo en un hangar y fue elevado mediante borriquetas para proceder a su reparación. Los trabajadores de la empresa comentan que, al entrar en el vagón, todavía se veían restos de pelo de las víctimas. La chatarra extraída del vagón quedó almacenada en un rincón de la propia nave en la que se estaba realizando la reparación. Según los trabajadores de la empresa, lo normal hubiera sido vender esa chatarra al peso, como se hacía en todas las reparaciones, pero hubo orden de que aquella chatarra se guardara.
El proceso de reparación duró varios meses, completándose a primeros de julio de 2005. El día 5 de ese mes, el vagón reparado salió del taller de pintura. Existe constancia, por la declaración de un directivo de la empresa Remimfer ante la juez Coro Cillán, de que miembros de la Policía y de la Guardia Civil se personaron en Tafesa durante el proceso de reparación, para examinar aquel único vagón del 11-M no desguazado: "Pasó dos veces la Policía y la Guardia Civil mientras hacía la reparación de la unidad. Pasaron Policía y Guardia Civil y Vigilancia de Renfe, para ver los materiales….". El Ministerio de Interior tenía perfectamente localizado, por tanto, el lugar donde ese vagón estaba y sabía de la existencia de la chatarra que se había extraído de la zona del foco de explosión.
Probablemente, los policías y guardias civiles que se presentaron en Tafesa eran los mismos a los que el juez Del Olmo había encargado un estudio pericial sobre las bombas del 11-M, dado que ese estudio fue realizado entre los días 27 de abril, fecha de la jura de los peritos, y el 24 de junio, fecha de entrega del informe al juez Del Olmo, lo que coincide con las fechas en las que el vagón se estaba reparando. Es de suponer, por tanto, que el juez Del Olmo también estaba al tanto de la existencia de ese vagón y de la chatarra que de él se había extraído, a pesar de lo cual no se dejó constancia en el sumario de su existencia.
La dirección de Tafesa confirmó a Libertad Digital que el tratamiento dado a aquellos restos del foco de explosión se había hecho de acuerdo, en todo momento, con Renfe y con el juez.
Una vez puesto en circulación el tren reparado, la chatarra extraída de la zona del foco de explosión quedó almacenada durante incontables meses en el hangar donde la reparación se había efectuado. Y allí estaba cuando se inició el juicio del 11-M, a primeros de 2007.
En ese juicio, el magistrado Gómez Bermúdez encargó la realización de una nueva prueba pericial para tratar de determinar el tipo de explosivo utilizado en las bombas de los trenes. Sin embargo, a los peritos encargados de la realización de esas pruebas, nadie les llegó a comunicar que en un hangar de Tafesa había almacenada chatarra procedente de uno de los focos de explosión.
Pocos días después de acabar el juicio, en la empresa Tafesa se construyó un cobertizo ("de la noche a la mañana", dicen sus trabajadores) y esos restos del foco de explosión fueron llevados a él. Como muestran estas dos fotografías aéreas, la construcción del cobertizo tuvo lugar entre el 21/7/2007 y el 19/10/2007, ya que en la primera de las fotos no aparece el cobertizo y en la segunda sí. El juicio del 11-M había quedado visto para sentencia a las 22.40h del día 2 de julio.
Foto 3
Y desde esa fecha, los restos del foco de explosión han permanecido arrumbados bajo llave en ese cobertizo de Tafesa, hasta que a finales del pasado año (el 13/10/2011) la empresa entró en situación concursal y hubo que realizar un inventario de bienes. Al abrir el cobertizo, en su interior aparecieron las piezas de metal cortadas siete años antes. La siguiente fotografía muestra el aspecto de los talleres de Tafesa en la actualidad. En ella puede verse el cobertizo, de color blanco, en la parte inferior:
Foto 4
Y estas otras imágenes muestran detalles de ese mismo cobertizo. Como puede apreciarse, se encuentra en muy mal estado y se atisba sin problemas lo que hay en el interior.
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Foto 6
Foto 7
Foto 8
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Y en esta otra secuencia de imágenes podemos ver la chatarra contenida en el cobertizo. Pueden observarse perfectamente distintas partes del vagón original.
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Foto 16
Para comprobar si los restos almacenados en ese cobertizo se corresponden, en efecto, con aquel vagón en el que estalló una bomba el 11-M, podemos comparar esta fotografía 16 con la fotografía 1, que muestra el aspecto que tenía el tren de Santa Eugenia el 17/3/2004, cuando se encontraba en la estación de clasificación de Vicálvaro.
En concreto, podemos comparar el elemento que se ve en primer plano de esta fotografía 16 con la zona correspondiente al borde inferior, entre ambas puertas, de la fotografía 1. Obsérvese, en la siguiente comparación, la coincidencia de las manchas marcadas con líneas amarillas:
Foto 17
Como puede verse, se trata de un trozo de aquel vagón, tal como quedó después de la explosión. La aparición de la chatarra correspondiente a uno de los focos de explosión del 11-M plantea numerosas incógnitas. ¿Por qué el vagón explosionado del tren de Santa Eugenia fue reparado, en lugar de desguazarlo, como los demás vagones explosionados? ¿Por qué se conservaron los restos extraídos de ese foco de explosión, en lugar de deshacerse de ellos, como se hacía normalmente con la chatarra en le empresa Tafesa?
La Policía, Renfe y el juez de instrucción conocían la existencia de esos restos. Pero entonces, llama la atención que no se hiciera ningún estudio de los mismos o, en caso de que se hiciera, que se haya mantenido oculto. Finalmente, a los peritos a quienes el juez Gómez Bermúdez encargó la tarea de tratar de averiguar qué había estallado en los focos del 11-M no se les notificó en ningún momento la existencia de esos restos almacenados en Tafesa. ¿Conocía el tribunal presidido por Gómez Bermúdez, encargado de juzgar el 11-M, que esos restos se habían guardado?