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El fontanero de Rajoy para ETA

Más cercano a las tesis de San Gil que a las de Oyarzábal, De la Quintana es un destacado dirigente del PP vasco y de la Fundación para la Libertad.

Vicente de la Quintana Díez es uno de esos políticos preparados, comprometidos y corajudos que llevan años plantando cara al nacionalismo y a ETA cada día en las calles del País Vasco. Dicen quienes le conocen que es uno de los tipos más íntegros de la política vasca, además de gozar de una preparación intelectual privilegiada. Cualidades que ahora podrá demostrar en el cargo político más importante de su carrera, el de miembro del gabinete de la presidencia del Gobierno. O lo que es lo mismo: uno de los principales asesores de Mariano Rajoy en materia antiterrorista.

De la Quintana dio un paso al frente, como ha hecho recientemente Carlos García en Elorrio, para representar al PP desde su solitario asiento de concejal en el Ayuntamiento de Durango, feudo batasuno, en 2007. Fue cuando Regina Otaola se hizo cargo del Ayuntamiento de Lizarza, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia constitucionalista.

El nombramiento de quien ha sido también secretario general de la Fundación para la Libertad llega en medio de los primeros pasos del nuevo Gobierno en referencia a ETA. Unos primeros pasos que han dado lugar a más de un equívoco y que no siempre han parecido tener la misma intensidad e intención. Si bien Mariano Rajoy le espetó al representante de Amaiur en el debate de Investidura que ni él "ni España" les debían nada, posteriormente el ministro de  Interior, Jorge Fernández Díaz, habló de la "dimensión política" de ETA, y en los últimos días Rosa Díez ha visto caer sobre UPyD la misma marginación parlamentaria que antes sufrió el PP. Y todo por haber reivindicado la ilegalización de las franquicias etarras, de la misma manera que hace bien poco hacían destacados dirigentes del PP como su diputado vasco Leopoldo Barreda, que hoy acusa a Díez de reforzar a ETA. Barreda, no en vano, fue uno de los hombres clave en la defenestración de la antigua líder del PP vasco, María San Gil, antes del Congreso de los populares en Valencia hace cuatro años.

En aquel cónclave algunos representantes del PP, encabezados por Alejo Vidal Quadras y Santiago Abascal, presentaron tres enmiendas a la Ponencia Política del XVI Congreso Nacional de su partido con un programa alternativo, articulado en torno a la reforma parcial de la Constitución. Para ello proponían un gran pacto con los partidos de ámbito nacional, basándose en la defensa de la libertad e igualdad de los españoles frente al nacionalismo.

La enmienda a la totalidad fue firmada por el eurodiputado Alejo Vidal-Quadras y otros compromisarios del XVI Congreso del PP, entre los que se encuentran el diputado al Parlamento Vasco Santiago Abascal, el diputado al Congreso Eugenio Nasarre, el senador Luis Fraga, el alcalde de Calviá (Mallorca) Carlos Delgado y el entonces concejal de Durango (Vizcaya) Vicente de la Quintana.

Varios de sus compañeros del PP vasco insisten a Libertad Digital en la valía de este exconcejal que mantiene "un discurso sin fisuras" en defensa de la libertad y de la Unidad de España.

Vicente de la Quintana, como muchos de sus compañeros del PP vasco, ha sido un hombre de acción, desde su concejalía de Durango, pero también de reflexión. Como miembro de la Fundación para la Libertad se ha prodigado en los últimos años en conferencias, coloquios y artículos de prensa donde ha expuesto sus tesis sobre la situación en el País Vasco en general y sobre el terrorismo de ETA en particular. Unas reflexiones salpimentadas de citas tan eruditas como variadas, de autores clásicos y contemporáneos como Isaiah Berlin, Joseph A. Schumpeter, André Glucksman, Ralf Dahrendorf, Michael Ignatieff, José María Ruiz Soroa o Florencio Domínguez.

El 14 de octubre de 2010 comparecía como representante de la Fundación para la Libertad en la Comisión del Congreso encargada de elaborar la Ley Integral de Víctimas del Terrorismo, donde decía: "Señorías, creemos que en el momento presente está larvándose una batalla a la que la democracia española no puede rehusar, la batalla por la narrativa, la disputa sobre el relato que dé cuenta del significado auténtico de cincuenta años de terrorismo etarra. (...) En la batalla por el relato a la que me refiero conocemos muy bien las falacias prodigadas por la narrativa de los terroristas y sus corifeos. (...) cuando la impostura narrativa de ETA-Batasuna quiera alegar que en último extremo la historia de terror de ETA ha sido necesaria, como presupuesto para que algún día una Batasuna emancipada pudiera intentar vías exclusivamente políticas (...) La verdad, dignidad, memoria y justicia de las víctimas deberán dictar al poder político el sentido de esta respuesta: no, es falso, indigno, amnésico e injusto. Y lo que resulta condenable, o mejor, la condena exigible es la de la totalidad de la historia de terror de ETA. En caso contrario se estaría justificando cada asesinato que la jalona".

Medio año antes, en marzo de 2010, publicó un artículo en El Mundo titulado "Un final justo de ETA, no 'ajustado'" donde se refería a la deriva del nacionalismo tras el Pacto de Ajuria-Enea de los años ochenta: "Los sucesos posteriores: ruptura de esa política de aislamiento [de ETA y su entorno] por el nacionalismo vasco que comienza con el apoyo al discurso etarra en el debate sobre la autovía de Leizarán y culmina en un acuerdo con ETA para impulsar el Pacto de Lizarra, junto con el planteamiento liquidacionista del Estatuto que abandera el nacionalismo, hacen de los acuerdos de Ajuria-Enea un marco superado por los acontecimientos. Recuperar, descontextualizándola, la idea de 'final dialogado' en este momento sería, en el mejor caso, apelar a una herramienta superada y disfuncional; en el peor y más obvio, blandir un concepto oxidado como coartada para una negociación política" y añadía la siguiente reflexión de plena actualidad: "Sabemos que todos los grupos terroristas en decadencia buscan perpetuarse mediante un último recurso de máxima perversión: coaccionando a la sociedad precisamente con la promesa de su disolución, al tiempo que dilatan su desaparición definitiva como garantía de las contraprestaciones con que quieren justificarse".

Y concluía con un importante recado a los llamados mediadores internacionales: "Sabemos que el terrorismo de ETA y la reacción histórica de las víctimas, que siempre han renunciado a la venganza, hacen del País Vasco una variable que no encaja en ecuaciones que pretendan identificar la violencia padecida aquí con la de otros contextos: Irlanda, Suráfrica, Colombia, El Salvador, Sri Lanka, Sudán y el País Vasco no son realidades homogéneas que consientan a ningún 'experto' recomendar terapias universales". En la misma línea insistía De la Quintana un año después, en marzo de 2011, en una entrevista en El Correo donde dejaba claro que "en España no hay un conflicto político y que la principal violación de los derechos viene motivada por la acción de ETA" por lo que recomendaba lo siguiente al grupo de mediadores encabezado por el surafricano Brian Currin: "Lo mejor que pueden hacer para solucionar el problema de este país es irse de una vez a su casa y dejarnos en paz".

Sus ideas y su experiencia en primera línea en el País Vasco están ahora al servicio de Mariano Rajoy, a un año de las autonómicas vascas y con la llamada izquierda abertzale y el PSOE pidiéndole al Ejecutivo pasos en la política penitencia.

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