Quienes están llamados a sentarse en el primer Consejo de Ministros de Mariano Rajoy aguardan la llamada. Ésa que esperan desde hace semanas, y por la que el tiempo se les está haciendo interminable. Ésa que les premie por el trabajo realizado tras dos largas legislaturas en la oposición.
Se sabe que el silente presidente en ciernes echará mano de su listín telefónico para contactar con exministros de la época de José María Aznar, con aquellos que desde el Congreso de Valencia se convirtieron en su cinturón político y, finalmente, con independientes. Será "previsible", pero incluyendo sorpresas. Basta recordar el nombre del presidente del Congreso, con un Jesús Posada que exclamó ingenuo cuando, sólo horas antes del anuncio oficial, descolgó el aparato y escuchó la voz del jefe.
También está más o menos claro que el gabinete contará con alrededor de diez carteras; diez nombres a sacar de una bolsa de ministrables que se dispara si se incluyen a los que buscan cobijo en el nuevo Ejecutivo. Rajoy, que no se cansa de repetir que lo peor de liderar es elegir entre personas, ya se curó en salud en la última Junta Directiva, reclamando la importancia de trabajar en el partido. A ello, su equipo recuerda "la importancia y notoriedad" de ser Secretario de Estado o sinónimos.
Pero, para algunos, lo único que les vale es salir en la fotografía del trece de diciembre, en la primera reunión de Rajoy con su equipo. Y quien ya se ha despedido de los madrileños ha sido Alberto Ruiz Gallardón, en su christmas navideño. En las últimas fechas, se le sitúa con insistencia al frente de Defensa, sin perder la vista Interior o Justicia.
En ese grupo con más opciones para entrar en La Moncloa también está Esteban González Pons, una vez su nombre cayó como posible portavoz del Grupo Popular, cargo que recayó en Alfonso Alonso. "Una persona que se ha partido la cara por Rajoy, que siempre ha estado ahí, se lo merece", justifican, en la víspera del gran día, varios miembros del aparato. Su nombre se vincula a la portavocía del Ejecutivo, pero también a Trabajo.
Para Ana Pastor Rajoy habría diseñado uno de sus ya famosos macro-ministerios; el de Asuntos Sociales y Sanidad, palo este último del que ya fue ministra con Aznar y del que ha sido portavoz en los últimos años. Miguel Arias Cañete parece vinculado a la cartera de Exteriores -más aún desde que lideró la delegación española en la cumbre de Marsella- mientras que Ana Mato tiene "mucho futuro político", en voz del propio jefe de filas, aunque algunos compañeros la ven sacrificada a fin de que la maquinaria del partido siga funcionando.
Federico Trillo es otro de esos cargos que no pueden pasar desapercibidos. Fue el responsable de Justicia en la anterior y complicada legislatura, con la patata caliente de ETA. Pese a todo, mantuvo una buena relación con su interlocutor, Alfredo Pérez Rubalcaba. A él también se le ve en Justicia o Interior, con quien rivaliza con otra persona a la que ya se le atribuye el calificativo de "fija": Ignacio Astarloa, que con Aznar ocupó cargos de responsabilidad en ambas carteras.
La fontanería de la Moncloa se le presupone a Jorge Moragas, al que todos sitúan como mano derecha de Rajoy, su asesor de confianza. Alfonso Senillosa, de su equipo, espera acompañarle en este cometido.
En esta quiniela aún falta quien ya ejerce de facto el cargo hasta que se formalice el próximo día veintidós, cuando tenga que jurar o prometer ante el monarca: Soraya Sáenz de Santamaría, que ocupará previsiblemente la vicepresidencia primera, aquella centrada en la rama más política. Alonso dijo de ella: "Me da la impresión de que estará en el nuevo Gobierno de Rajoy".
La cartera de Economía
Dicho lo cual, si algo ha dejado claro el futuro presidente es que su Ejecutivo tendrá en la economía su gran prioridad. Para la vicepresidencia económica hay disparidad de opiniones; en el núcleo duro del PP apuestan por su portavoz, Cristóbal Montoro, mientras que algunos sectores próximos a Rajoy creen que aquí es donde incluirá a un independiente. Los nombres no son nuevos: Luis de Guindos (anterior director general de Política Económica y secretario de Estado del ramo, hoy en la actividad privada), José Manuel González Páramo (actualmente en el Banco Central Europeo) u otros como Jaime Caruana o incluso Josep Piqué, una vez se limaron las asperezas de antaño.
Para Hacienda, Montoro también está en los puestos de salida, habida cuenta de que ya fue ministro de esta cartera con Aznar. La otra gran apuesta es Elvira Rodríguez, situada estratégicamente en las listas electorales por Andalucía y del círculo de confianza de Rajoy, a quien defendió en el periodo previo y posterior al Congreso de Valencia. Tampoco se le descarta para Fomento. Educación tampoco están descartada.
Otros muchos nombres se escuchan al calor de las diferentes familias del partido que buscan sus propios intereses. Rodrigo Rato, en Exteriores o Economía, el sindicalista José María Fidalgo -que participó en acto del PP- al frente de Trabajo- o José Manuel García Margallo, eurodiputado de perfil muy económico que podría recaer también en Exteriores. Por su parte, José Manuel Soria podría ser "el perfecto" ministro de Fomento, según algunas fuentes. En esta cartera también suena el portavoz del ramo en la última legislatura, Andrés Ayala.
Y, todo ello, envuelto en un aura de misterio, de secretismo. Aquella en la que Rajoy ha envuelto todas sus decisiones, y con la que se divierte. De hecho, ironiza con que, en ocasiones, los medios de comunicación saben más que él de sus nombramientos. A Posada le avisó de que era el elegido ya con las ediciones de los periódicos cerradas, a la hora de cenar. A Alonso cuando bajó del avión para asistir a la Junta Directiva que le iba a refrendar como portavoz. Así es Rajoy, que ha perjurado que, antes de descolgar el teléfono, informará a Su Majestad.