Mariano Rajoy no quiere que su primer marrón político sea a cuenta de la marca heredera de Batasuna. Y por ello su equipo ha ideado una estrategia para que, ocurra lo que ocurra, el PP pueda decir que no se ha movido de donde siempre ha estado: "La decisión de que Amaiur tenga o no grupo propio es de la Mesa, no nuestra", exponen, a cual cantinela, los pocos portavoces autorizados que se atrevieron a salir al ruedo político.
Una treta para responder a otra -la de los proetarras, intentando hacerse con el grupo sólo contando a sus seis representantes por el País Vasco y excluyendo al de Navarra-, ya que públicamente la dirección popular dice a las claras que no acepta la trampa de Amaiur, pero a renglón seguido se lava las manos para recalcar que la última decisión no es suya.
Sin embargo, lo cierto es que la Mesa encargada de dirimir sobre el conflicto está controlada por el Partido Popular, con capacidad de decisión sin contar con ninguna otra formación. Y, tras consultar a sus juristas, ven claro que la coalición afín a la banda terrorista ha cometido "fraude de ley" ya que la posibilidad de grupo atañe a todas las circunscripciones por las que se presentó. Ahora bien, lo que hará este órgano será pedir informes a los letrados de la Cámara, y algunas fuentes creen que, ateniéndose a los antecedentes, les darán las razón a Amaiur. Incluso si tal caso se produjese, el PP aún podría sentenciar que pasaran a la bancada mixta.
Poniendo todos estos ingredientes encima de la mesa, en algunos sectores del PP ya han saltado las alarmas. Los más contundentes contra ETA temen "lo peor" y critican que el presidente en ciernes aún no haya fijado postura desde la victoria electoral, siendo sus portavoces los encargados de marcar las líneas rojas: no a las negociaciones con un partido que "no está" en la Constitución y vigilancia ante sus pasos. Este mismo martes, en la propia Cámara Baja, se negaron a condenar el terrorismo.
En principio, son mayoría quienes apuestan por el cumplimiento estricto del Reglamento, empezando por la secretaria general, María Dolores de Cospedal, o destacados como Esteban González Pons, que incluso habló de desligar el futuro de Amaiur con el de Unión Progreso y Democracia. Pero, de igual forma, otra ramificación de dirigentes apuesta por abrirles el paso, en el contexto del teórico fin de la banda terrorista.
"El PP puede ser muy generoso si antes condenan de forma explícita el terrorismo", afirmó recientemente Iñaki Oyarzábal, secretario general de los populares vascos. Su jefe, Antonio Basagoiti, no fue tan complaciente: "Amaiur, que es Batasuna, aún no ha demostrado que no sea o no vaya a ser lo que ha sido siempre", declaró en un reciente acto del partido en Madrid.
Y, mientras tanto, Rajoy sigue con la pauta que él mismo se impuso y sin agenda pública. Por segundo día consecutivo derivó en Alfonso Alonso, que introdujo con más insistencia ese destacado matiz de que una cosa es el PP y otra la Mesa. Ahora bien, también recalcó que "Amaiur no cumple el reglamento porque no llega al porcentaje en Navarra, por mucho que escondan a su diputado".
El calendario no permitirá muchas intrigas ya que, a lo más tardar, el lunes el órgano del Congreso decidirá si se somete o no a las intenciones de la marca de Batasuna. Uno de sus integrantes, el diputado popular Santiago Cervera, insistía en la teoría del portazo: "No encaja en lo que está establecido en el reglamento".
Ahora bien, en declaraciones a esRadio, lo que también vino a pedir Cervera a la opinión pública es que se empiece a acostumbrar a ver a los representantes de Amaiur por las Cortes, ya que "guste o no" están "legitimados y amparados" por el Tribunal Constitucional, y de ahí que viera "lógico" el saludo del presidente Jesús Posada. En este sentido, Alonso remató: "Las cosas están así, si gusta más o gusta menos es opinable, pero las cosas están así".
La diferencia es en qué condiciones Amaiur estará en el Congreso, a tenor de las muchas ventajas de tener grupo propio, sobre todo económicas. La mayoría del PP, incluyendo las altas instancias, apuestan por el "no", pero no quieren ver como un primer revés -antes incluso del juramento de Rajoy- que la formación proetarra salga fortalecida.