Antes de una semana, Mariano Rajoy habrá explicado a los tres grandes de la Unión Europea -Reino Unido, Francia y Alemania- su proyecto de recuperación de nacional. Es la cuarta de sus prioridades, y la que él mismo ha definido como la más importante. Las otras tres -control del déficit público y reformas laboral y financiera- son las bases que soportan el arduo y complicado mensaje de confianza y certidumbre que el presidente electo pretende transmitir a los socios europeos y al mundo.
También Estados Unidos está en su agenda. Según un comunicado del Tesoro de dicho país, su secretario, Timothy Geithner, se encontrará con él el siete de diciembre, aprovechando su presencia en Marsella para la cumbre del PP europeo, en la que también se reunirá con Nicolás Sarkozy y Ángela Merkel. Encima de la mesa, la crisis del euro, según remachan desde la potencia mundial.
Este viaje de Tim Geithner también ha generado reacciones en su propio país. Varios congresistas y senadores republicanos han anunciado que presentarán mociones para impedir que el FMI pueda rescatar a países de la UE con dinero estadounidense. La tensión es enorme porque la opción de utilizar al organismo presidido por Christine Lagarde parecía del agrado de casi los principales actores implicados. Sin embargo, en EEUU no existe tanto consenso y es el principal contribuyente del FMI. En esta situación, el rescate a España e Italia sigue en el aire. Y Geithner, durante todo su viaje, tendrá que buscar un difícil equilibrio entre los deseos de sus aliados europeos y de los de su oposición en casa.
"Salvados" cinco días de infarto
Así las cosas, con la Bolsa cerrando la mejor semana de los últimos tres años y la prima de riesgo en índices que no provocan alarma -más bien lo contrario-, el futuro jefe del Gobierno de España da por salvados cinco días de infarto. Entiende que la estrategia funciona, y no cederá cuerda hasta que no se vea sentado en el despacho de La Moncloa. El PP es ya un partido completamente presidencialista, y de ahí el caos en los cuadros medios.
"Política de Estado para un país en crisis", y por ello Rajoy rehúsa prestar atención a lo que se dice o se escribe de él. Lo fundamental es que en sus reuniones, en el cara a cara, convenza a su interlocutor de que va enserio. Y tras banqueros, agentes sociales y los presidentes autonómicos de su formación, llegó el turno del número dos del Ejecutivo británico: Nick Clegg. La prueba, superada con nota.
Vaya por delante que la sintonía entre ambos viene de antaño, que ayuda que Clegg domine perfectamente el castellano y que, si bien es líder del partido Liberal Demócrata, su jefe, David Cameron, es de la familia conservadora. Pero, dicho lo cual, al enviado de las Islas le gustó tanto la música que escuchó, que salió con un claro convencimiento: "Se puede confiar en la España de Rajoy".
Clegg defiende las medidas aún impopulares
Al líder del PP le dijo que hay que acometer las reformas económicas necesarias "aunque no sean muy populares", extremo que dio por seguro: "La reunión fue muy positiva, he escuchado con interés los ambiciosos planes del Gobierno", dijo el propio Clegg a los medios de comunicación.
Si no se toman las medidas necesarias, "la situación será peor y habrá más paro, más pobreza y menos dinero", según el diagnóstico del político británico, que vio compartido con Rajoy, según las fuentes consultadas.
Crítico con la Europa de dos velocidades -"Ningún país, ni dos países pueden hacerlo todos solos", declaró a EFE-, Clegg subrayó los intereses comunes: "Hay muchas empresas españolas que invierten en el Reino Unido y al revés, y somos dos grandes países en la UE. España está en el euro y nosotros, no, pero eso no quiere decir que no tengamos muchas ambiciones en común", sentenció.
Una hora de reunión y un muy buen sabor de boca por ambas partes, recalcan las fuentes. Cameron no acude a la cumbre del PP europeo que se celebra la próxima semana, y de ahí que la cita se este viernes en Génova se califique de "muy importante".
Tras la cita de Marsella, a la que se incluye el añadido Estadounidense, fuentes del entorno más próximo a Rajoy consideran que Rajoy "habrá cumplido con sus planes punto por punto", dejando tiempo restante para la "parafernalia" institucional hasta que siente a su primer Consejo de Ministros el día veintitrés.
Traspaso de poderes
Paralelamente, el traspaso de poderes continúa con la discreción requerida. Alejados de los focos, sin taquígrafos, los delegados del PP y el Gobierno saliente se reúnen casi a diario para una transición que -al menos públicamente- ambos bloques tachan de ejemplar. Soraya Sáenz de Santamaría es la jefa de los populares; Rajoy tiene confianza casi ciega en ella y elogia su capacidad de trabajo, y de ahí que le haya requerido un boceto concluyente sobre cómo están las arcas antes de su toma de posesión.
Un trabajo arduo, más aún porque aún falta mucha documentación por entregar y las fechas se echan encima. Y de ahí que Sáenz de Santamaría haya ordenado enviar a cada ministerio un formulario en el que queda especificados todos los datos que le deben de entregar. Esas carpetas se han ido entregando a raíz que se han producido las reuniones, y de ahí que el equipo popular aún dé margen de tiempo.
"Nos falta mucha documentación, pero es que son muchos los papeles que nos tienen que entregar", afirma un cargo negociador. En términos muy parecidos se pronunció, el lunes, María Dolores de Cospedal, que en su caso -Castilla-La Mancha- se tuvo que enfrentar a una eliminación masiva de informes sensibles.
El problema de UPyD y Amaiur
En su primera declaración ante periodistas, Sáenz de Santamaría admitió "asuntos pendientes", pero rehusó en todo momento poner palos en las ruedas de la negociación. La llamada a ser vicepresidenta primera se está ayudando de su equipo habitual, dividido en uno más económico y otro más político, lo cual se traduce en el anterior equipo de dirección del Grupo Parlamentario que dirigía.
"Clima de trabajo muy intenso y muy serio", remató la mano derecha de Rajoy, que este viernes acudió al Congreso de los Diputados para acreditarse como diputada.
El segundo eje de acción que dirige es el de reunirse con los partidos que obtendrán grupo en la Cámara. Ya lo hizo con Duran Lleida, de CiU, y con Rosa Díez, de UPyD. En breve lo hará con el portavoz del PNV, Josu Erkoreka. En los encuentros se habla de la crisis, de la urgencia por crear empleo y de la conveniencia de mantener un ambiente de entendimiento en la legislatura que empieza, aunque también se coló (en el caso de UPyD) la posibilidad de que tenga o no grupo propio. En el PP cada vez es más fuerte la versión de que su futuro puede separarse del de Amaiur, marca de Batasuna que podría ir pasar a la bancada mixta.
Tras hacer estos comentarios, Sáenz de Santamaría se trasladó a la sede central de los populares, donde mantuvo también un encuentro con Clegg. Un ejemplo más de la importancia que tendrá en el futuro Ejecutivo, donde todas las voces apuntan a que será una vicepresidenta "con poder casi infinito".