El caso del secretario general de los socialistas madrileños es una gran paradoja: el aparato de Ferraz no le quiere; los votantes, tampoco. Sin embargo, obtiene un respaldo sistemático de la militancia. La misma que ahora se revuelve ante la debacle electoral.
Los militantes del PSOE han visto colmada su paciencia tras el batacazo histórico que sufrió el partido el 20-N. Aceptaron no muy convencidos la imposición de Alfredo Pérez Rubalcaba y mantuvieron un silencio discreto para no perjudicar los intereses electorales. Pero tan sólo un día después de los comicios su indignación se coló en las redes sociales, especialmente en Twitter.
Bajo el hashtag #bases38, haciendo referencia al 38 Congreso, y #reiniciandoPSOE piden modernizar las estructuras del Partido Socialista para que se convoquen primarias abiertas a todos los militantes, y, por otro lado, entre dardos envenenados, muestran su hartazgo con los actuales dirigentes.
Y en medio de este caos, surge Tomás Gómez colocándose en primera línea dispuesto a abanderar a esas bases huérfanas y a luchar contra el férreo aparato del partido. Este mismo martes, tan sólo dos días después del histórico batacazo, ha afirmado dos cosas llamativas.
La primera es anunciar su compromiso a hacer todo lo posible para que haya más de un candidato a optar a la Secretaría General. No ha aclarado si su deseo es presentarse, pero tampoco lo ha descartado. "El futuro del PSOE no lo puede decidir un grupo de dirigentes, tienen que decidirlo los afiliados del PSOE".
La segunda, su intención de omitir el contenido de los estatutos y satisfacer así los deseos de los militantes y simpatizantes. Y es que estos no contemplan la celebración de unas primarias para elegir secretario general, pero Gómez ha considerado que hay que hacer un "esfuerzo político más allá de lo que digan los estatutos" para que la elección del próximo 'número uno' de la organización nazca de la militancia.
Esta misma reflexión la volvió a exponer ya por la tarde durante la Ejecutiva, la primera tras los comicios. Algunos de los presentes, según señala la agencia Europa Press, le han contestado que esta propuesta se debe defender en el Congreso del sábado, y no en una Ejecutiva. Es más, han asegurado que lo que se tiene que hacer "no es cuestionar el procedimiento que libremente" se han otorgado los socialistas, y por el que se ha elegido al secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y al propio Gómez.
El líder de los socialistas madrileños, en sus más de cuatro años al frente del PSM, ha cosechado los peores resultados de su historia. En las pasadas elecciones autonómicas y municipales cayeron hasta un 26,5%, lo que se traducía en una pérdida de seis diputados regionales. El 20-N, el PSOE conseguía en la Comunidad de Madrid el 26,03% de los votos y batía un nuevo record en cuanto a resultados catastróficos se refiere.
Ganó el pulso a Rubalcaba y Zapatero
¿Por qué entonces se ha arrogado para sí Gómez la capacidad de decir al partido, casi de ordenar, lo que tiene que hacer? La respuesta sólo puede venir del apoyo que la militancia siempre le ha otorgado. Llegó a la Secretaría General tras el batacazo electoral de su antecesor, Rafael Simancas, después de la celebración de un Congreso extraordinario en julio de 2007 en el que obtuvo más del 90% de los apoyos.
Tan sólo un años después, en septiembre de 2008, fue reelegido por el 85% de la militancia. Y finalmente, su último pulso, el más controvertido, con todo el aparato de Ferraz; enfrentándose incluso al mismísimo Zapatero y también a Rubalcaba. Ambos querían obviar las primarias en el seno de los socialistas madrileños e imponer a la que era su candidata, Trinidad Jiménez. Pero Gómez consiguió imponerse su criterio, vencer a su contrincante y salir casi convertido en un héroe para los suyos.