Mariano Rajoy fue aclamado por las calles del casco histórico de Melilla. Acompañado por el presidente de la ciudad autónoma, Juan José Imbroda, y su mujer, Elvira Fernández, el líder de los populares apenas podía dar dos pasos sin ser requerido por los ciudadanos, muchos de ellos musulmanes.
Besos, abrazos, fotografías... “eres nuestro héroe”, le dijo una señora mayor que parecía que iba a romper a llorar al verle. El candidato del PP mostró su lado más familiar y no dudó en pararse una y otra vez. Se le veía cómodo y no perdió en ningún momento la sonrisa. “¡Sácanos de la crisis!”, fue el clamor de la calle.
Pero lo que más recibió fueron muestras de cariño. “Viva Mariano, viva España”, le dijo una viandante. Unas jóvenes corrían detrás de él al grito “hemos cerrado la tienda para verte”. Cuando ya llevaba diez minutos largos de paseo se paró en una cafetería a despachar. Entonces, la fotografía era de expectación inusitada: decenas de ciudadanos, periodistas, política... la ciudad se paralizaba.
Una vez reanudó la marcha, los conductores le saludaban haciendo pitar sus bocinas. “Presidente, presidente”, se le dijo en constantes ocasiones. “Esto es España, esto es España”, le dijo otro ciudadano.
El líder de los populares es un habitual en Melilla. La última vez que la visitó fue en las elecciones autonómicas y municipales. Dicen los suyos que en esta ciudad se encuentra “muy cómodo”, y lo cierto es que su cinturón de seguridad pareció relajarse más que nunca para que los ciudadanos le saludaran.
Tal vez el comentario que más le gustó fue uno de los que más se escuchó: “Muy bien el debate, lo ganaste de calle”. Ibroda remató la faena, ya desde el atril: “Vaya baño le pegaste a Rubalcaba”.