Mariano Rajoy asegura que, si algo ha aprendido, es a jugar el partido "hasta el final, incluida la prórroga". Un partido que, a sus ojos, acaba el próximo veinte de noviembre, tras perder dos elecciones generales consecutivas. "Yo como González y como Aznar, a la tercera va la vencida", afirmó el candidato de los populares a La Moncloa.
En una entrevista en la Cadena SER, el líder de los populares se mostró más seguro que nunca de su victoria, si bien rehusó dar nombre alguno sobre quiénes conformarán las listas con las que concurrirá a las elecciones o, yendo un paso más allá, sobre quiénes se van a sentar junto a él en su hipotético Consejo de Ministros.
Ahora bien, y aunque dijo que no está ni en su "mente" ni "en cuestión", Rajoy deslizó que Ana Botella sería "una magnífica alcaldesa" de Madrid, dando así vía libre a las aspiraciones políticas de Alberto Ruiz Gallardón. Actualmente Botella es la número dos del consistorio y en el organigrama es la sustituta natural del regidor si éste es llamado a dar el salto a la liga nacional.
Tal y como ya informó este diario, el propio Gallardón ha dicho en círculos cercanos que quiere estar en el Ejecutivo de Rajoy, pero que no cometerá el error de decirlo públicamente como en la anterior legislatura. Se barajan varias carteras, incluyendo Fomento, Justicia o Interior.
"Esta vez Rajoy llamará a Gallardón", aseguran fuentes de la dirección nacional. Cosa distinta es que en el PP vean con buenos ojos el ascenso de Botella. Las suspicacias también se multiplican en el propio grupo municipal, donde dan por hecho que el número tres (Manuel Cobo, actualmente recuperándose de su grave accidente) se irá con Gallardón "sea donde sea".
Rajoy llega a exhalar un suspiro al referirse a las candidaturas ya que "no hay nada peor en esta vida que elegir entre personas". Más claro lo tienen con Rita Barberá, a la que sigue dando dosis del "cariño" que reclamó públicamente: "Cualquier cosa que quiera ser lo será", anunció, insistiendo en que es "muy amiga" y recordando su pasado común. "La conozco desde los años ochenta, cuando a los dos nos echó Fraga de los cargos en los que estábamos", desveló.
En ese repaso por los asuntos internos, sobre los que siempre es tan reacio a pronunciarse, también salió el nombre de Francisco Camps: "Seamos serios. Se puede haber equivocado en algunas cosas, pero nadie se cree que se haya vendido por tres trajes. No es un corrupto, lo digo con conocimiento de causa", aseguró con firmeza.
Crítica contundente contra Rubalcaba
Cerrado este capítulo, Rajoy siguió desgranando su hoja de ruta si gana los comicios de noviembre, pero en esta ocasión incluyó una crítica muy firme dirigida hacia su rival en las urnas, Alfredo Pérez Rubalcaba. "No voy a polemizar con el candidato, pero conviene no engañar a la gente", aseveró, tachando de "falso" que instaurando el Impuesto de Patrimonio se vayan a crear 300.000 puestos de trabajo o a aumentar las partidas para educación.
"Todo eso es mentira porque (el impuesto) va a las Comunidades. El señor Rubalcaba no tiene ninguna capacidad de decisión", desgranó, no sin entonar el no engañe usted a la gente y llamar a la "seriedad". "Es simplemente falso y los españoles merecen un respeto. Pido que no se haga demagogia", remató.
Un plan de reformas a cuatro años
En cuanto al paquete de medidas a presentar tras el 20-N, dijo que será un proyecto a cuatro años; no dudará en recortar los impuestos si esto ayuda a "crear empleo". Ésta es su única prioridad, según apuntó de forma insistente.
Como presidente de facto, admitió en este sentido que ya habla con "sindicatos, bancos y cajas de ahorro" y que a todos les ha reclamado arrimar el hombro. En este punto, salió en defensa de la tijera contra los liberados sindicales: "Había muchos más de los que eran justos", destacó, en relación a la Comunidad de Madrid o las Islas Baleares.
"Menos gasto superfluo, menos personal de confianza, menos organismos autónomos", destacó, a modo de recetario para salir del momento de dificultad que atraviesa el país.
Bildu en el Congreso: "Una mala noticia"
Importantes fueron también sus referencias en política antiterrorista. De primeras, echó la vista atrás para recordar que sus malas relaciones con José Luis Rodríguez Zapatero vinieron porque le mintió y siguió negociando con ETA tras el atentado de Barajas. Y, sobre este tema, dejó claro que "yo con esa gente no quiero hablar, francamente".
"No he hablado con Otegi ni lo he visto. No tengo nada que hablar con este señor (...) es una persona que va a aplaudir a ETA", argumentó, poniéndose del lado de las víctimas de la barbarie terrorista. Por ello, ya anunció que no quiere ver a Bildu en el Congreso: "No me alegrará y no lo consideraré una buena noticia. Es una mala noticia".