Los agentes, de guardia en la zona de Callao, fueron requeridos por un taxista que dijo tener un conflicto con dos pasajeras que se negaban a pagar el viaje, explica El Mundo. Éstas resultaron ser dos jóvenes indignadas, a las la patrulla procedió a identificar.
Según fuentes cercanas a los agentes, durante el proceso, la joven española se puso en actitud chulesca y provocadora contra los policías. Su acompañante resultó estar en situación irregular en nuestro país.
Los agentes enviaron en una patrulla a las dos detenidas a la comisaría de Centro, en la calle Luna, donde fueron encerradas en los calabozos, y después continuaron con su servicio en la Puerta del Sol.
En las conversaciones que mantuvieron en los calabozos, llegaron a decirse una a a otra: "Les vamos a arruinar la vida. Vamos a contar que nos han violado". La frase, explica la información de Fernando Lázaro en El Mundo, fue escuchada por uno de los agentes de servicio en el calabozo, y así figura en la diligencia abierta a raíz de aquello.
Y efectivamente, las dos jóvenes denunciaron por violación a cinco agentes de las Unidades de Intervención Policial que las arrestaron en el dispositivo especial de vigilancia del centro. Según su versión, ambas fueron violadas en la furgoneta de la UIP policial por los cinco agentes del dispositivo. Se da la circunstancia de que uno de ellos era una mujer.
El relato ya despertó sospechas entre los funcionarios, que alertaron a agentes de Policía Judicial más veteranos para los interrogatorios. Existían, además contradicciones e incongruencias entre las declaraciones de ambas. Todos los expertos coincidieron también en el primer diagnóstico: las jóvenes mentían.
No obstante, y siguiendo los protocolos adecuados, los responsables de comisaría enviaron a las indignadas al hospital para que se les practicara un análisis. El informe médico asegura que, después de las exploraciones, no existía ni un solo indicio de que ninguna de las dos hubiese sufrido cualquier tipo de agresión sexual.
En un segundo interrogatorio, una de las jóvenes alegó que la violación fue anal. Pero pronto se desmoronó y admitió que no fue violada. La segunda joven mantuvo las acusaciones.
Según El Mundo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sitúan episodios como éstos dentro de la campaña de acoso y difamación de los radicales contra los agentes de la ley. Y realizan un paralelismo con el modus operandi de los proetarras en el País Vasco: denuncias falsas cada vez que son detenidos. En foros de estos sectores se aconseja memorizar los números de identificación policial para posteriormente denunciarlos.