El empeño de Zapatero en agotar la Legislatura se está dando de bruces con una realidad en la que el presidente del Gobierno ha perdido todo el crédito, también entre los suyos, para prolongar la agonía que está conduciendo a España a una situación de emergencia nacional.
En el Partido Popular hace tiempo ya que se da por seguro un adelanto electoral. El calendario con el que trabaja el equipo de Rajoy fija las elecciones para otoño. En concreto, la fecha que hasta ahora figuraba en todas las quinielas era el domingo 27 de noviembre. De nada sirvió el esfuerzo de Zapatero en el Debate sobre el Estado de la Nación para intentar dar una imagen de fortaleza. Al término del mismo, casi todos los portavoces parlamentarios coincidían: habrá adelanto electoral.
En principio Zapatero se había asegurado el respaldo del PNV para aprobar los Presupuestos entre los meses de septiembre y octubre, pero todo apunta a que la disolución de las cámaras llegará antes de este trámite y se prorrogarían los Presupuestos hasta la formación del nuevo Gobierno.
Desde el nombramiento de Rubalcaba como sucesor y nuevo líder, de facto, del PSOE, cada vez son más en el partido los que ven con buenos ojos el adelanto electoral, en contra de las pretensiones de Zapatero de agotar la Legislatura. Además, el poder del todavía presidente del Gobierno en el PSOE ya quedó en entredicho con la rebelión interna que propició la retirada de Carmen Chacón de la carrera sucesoria. Después de la salida de Rubalacaba del Gobierno, los nombramientos de Blanco como portavoz y Camacho como ministro del Interior, con la renuncia a una remodelación del Ejecutivo más amplia, ha reforzado más todavía la sensación de interinidad que ofrece el Gobierno.
En este escenario, la toma de postura de El País, que este lunes en su editorial, junto a un artículo de Juan Luis Cebrián, exige también la convocatoria de elecciones retrata la soledad en la que se encuentra Zapatero. Este periódico, el más influyente entre el electorado socialista, ha sido el principal apoyo de Rubalcaba en sus aspiraciones sucesorias y no parece verosímil que el candidato sea ajeno a esta maniobra.
En cualquier caso, la convocatoria de elecciones compete sólo y en exclusiva al presidente del Gobierno. Según establece la Constitución en su artículo 115:
El Presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros, y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá proponer la disolución del Congreso, del Senado o de las Cortes Generales, que será decretada por el Rey. El decreto de disolución fijará la fecha de las elecciones.
Los únicos límites a esta potestad son que se esté tramitando una moción de censura, que haya transcurrido menos de un año desde la última disolución o que esté en vigor el estado de alarma, excepción o sitio.
La fecha de las elecciones debe ser 54 días naturales después de la entrada en vigor, el día de su publicación en el BOE, del Real Decreto de disolución de las Cortes. Como en España las elecciones se celebran en domingo, desde 1977 la publicación del decreto siempre se produce en martes. De modo que, de acuerdo con las dos hipótesis que se barajan, Zapatero debería seguir el siguiente calendario:
Elecciones el 27 o el 20 de noviembre. Si Zapatero opta por alguna de estas fechas, debería disolver las cámaras bien el 4 de octubre o el 27 de septiembre. Este es el escenario, según fuentes próximas al PSOE, más probable. Permitiría a Zapatero terminar la tramitación parlamentaria de algunas reformas, como la de los convenios colectivos y coincidiría además con la Conferencia Política, prevista para principios de octubre, con la que el PSOE pretende lanzar a su candidato Rubalcaba y sus ‘nuevas propuestas’.
Sin embargo, la situación económica, con la prima de riesgo disparada podría forzar un adelanto más próximo. De hecho, en el editorial de El País se habla de noviembre como una fecha "demasiado tardía" y hay voces como Francisco Álvarez Cascos que apuestan por los comicios en octubre: "No es la primera vez que en la última semana de agosto se han disuelto las Cortes y se han convocado elecciones en otoño".
Si, como apuesta Cascos, Zapatero disolviese las cámaras, el martes 30 de agosto, las elecciones se celebrarían el domingo 23 de octubre.
Estas son las fechas que más suenan, pero el presidente del Gobierno puede disolver las Cortes cuando él lo decida, ya sea en julio o en agosto, no necesariamente la última semana, con el único requisito de que las elecciones se celebrarán 54 días después.