La cantidad explosivo incautado al grupo Erreka de ETA, conformado por los hermanos Aitor e Igor Esnaola Dorronsoro, ronda las dos toneladas después del hallazgo de un nuevo escondite de 30 metros cuadrados en el caserío de Legorreta y tres nuevos zulos en la localidad guipuzcoana de Cegama y los municipios navarros de Azpiroz y Baraibar.
En torno a las 19.00 horas de este jueves, los agentes del Instituto Armado finalizaron una intensa jornada de búsqueda que comenzó a primera hora de la mañana con un segundo registro en el caserío de los Esnaola en Legorreta. Ahí es donde localizaron un nuevo escondite de 30 metros cuadrados que los agentes pasaron por alto durante los registros del martes.
La mayoría del material encontrado consiste en polvo de aluminio, cordón detonante y pentrita para la fabricación de explosivos en grandes cantidades similares a las del martes cuando los agentes hallaron 850 kilos de nitrato amónico, 13,5 kilos de pentrita y 100 litros de combustible.
Además, el martes hallaron tres escopetas de repetición, entre 15 y 20 cajas de munición, cuatro teléfonos móviles, 4.000 euros en metálico, 400 piezas metálicas para fabricar iniciadores eléctricos artesanales y hasta una olla de 70 litros de capacidad, según informaron a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista.
Para los registros de este jueves contaron con la asistencia de Aitor Esnaola, el mayor de los dos hermanos Esnaola, quien fue trasladado desde Madrid, donde se encontraba incomunicado y prestando declaración, hasta el País Vasco. Él fue quien indicó a la Guardia Civil el nuevo escondite en el edificio.
Posteriormente, los agentes procedieron a registrar un segundo caserío de gran tamaño en el mismo pueblo que se encontraba abandonado y en el que apenas encontraron un arma presuntamente propiedad de los terroristas.
Por la tarde Aitor Esnaola trasladó a los agentes al sur de Guipúzcoa a la localidad de Cegama donde el grupo Erreka' contaba con otro zulo. Los hermanos eran los encargados de abastecer a los grupos de ETA suministrando armas y explosivos. Precisamente, en el marco de esas funciones logísticas los etarras tenían otro zulo en Azpiroz y otro en Baraíbar, dos localidades de la comunidad de Navarra.