La mujer agredida trabajaba como criada en la casa de un rico musulmán. Durante una boda, fueron robadas unas joyas y tras personarse la Policía detuvo a estas dos mujeres. El marido de Farzana, la mujer cristiana, declaró que los agentes acusaron del robo a su esposa a pesar de no tener ningún tipo de prueba.
Además, añadió que la Policía maltrató a su esposa a pesar de que ésta dijo a los agentes que estaba embarazada. Los policías la sujetaron mientras la torturaban, estando además desnudada, tras haber sido arrastrada así hasta la comisaria. El marido, muy dolido, hablaba de cómo torturaron a Farzana pero no así a la otra mujer detenida, en este caso musulmana.
Aunque la mujer se quejaba de fuertes dolores, la Policía paquistaní ignoró sus quejas y la mantuvo detenida otros dos días más. Sólo cuando la situación se volvió critica fue trasladada al hospital donde la tuvieron que practicar un aborto.
El marido envió un escrito a los mandos policiales detallando todos los abusos y maltratos que sufrió su esposa así como las consecuencias de las agresiones. De este modo, se inició una investigación que concluyó con la retirada de las acusaciones contra la mujer cristiana así como con la suspensión de los dos agentes responsables del maltrato.
Asociaciones cristianas como International Christian Concern han denunciado este tipo de situaciones. Consideran este caso como un buen ejemplo de los que ocurre en el país con respecto a las minorias religiosas. Por ello, denuncian que los cristianos de Pakistán no tienen derechos y como ejemplo ponen el trato denigrante que recibió Farzana, lo que le costó perder el hijo que esperaba.