El pasado 10 de octubre el islamismo volvió a perpretar un nuevo ataque contra los líderes de otras religiones. Esta vez sucedió en Sudán cuando un terrorista islámico atentó contra el cardenal católico Gabriel Zubeir Wako, arzobispo de Jartum.
Según recogen varias agencias de noticias, el prelado celebraba una Eucaristía ante 10.000 personas en honor al fundador de la Iglesia Católica en Sudán, San Daniel Comboni. El atacante se infiltró entre los fieles y aprovechando que unos bailarines danzaban cerca del altar, se camufló entre ellos hasta que, una vez cerca del cardenal, corrió blandiendo una daga con el objetivo de asesinarle. Sin embargo, el maestro de ceremonias del cardenal estaba de pie junto a monseñor Wako y consiguió repeler el ataque y reducir al islamista, que fue detenido y entregado a las fuerzas de seguridad.
La Iglesia Católica ha presentado una denuncia por el atentado fallido. El terrorista islámico se identificó como Hamdan Mohamed Abdurrahman, árabe del estado de Kordofán del Sur, uno de los 25 estados que conforman Sudán. Curiosamente, el cardenal Zubeir Wako se ha caracterizado por sus constantes denuncias sobre el crecimiento del fundamentalismo islámico y sobre la violencia ejercida contra los cristianos, lo que le ha conllevado ya algunos incidentes con grupos islamistas.
Sin embargo, el obispo Eduardo Hiiboro Kussala, del sur de Sudán, arroja más luz al asunto en una entrevista con la organización caritativa Ayuda a la Iglesia Necesitada. El prelado ha relacionado el atentado fallido con una campaña de intimidación contra los cristianos en el periodo previo al crucial referéndum que se celebrará en el país sobre la separación de Sudán del Sur. De este modo, indicó que "tras el atentado había un movimiento extremista islámico dirigido a mantener Sudán unido socavando la influencia cristiana para mantener el país bajo el régimen islamista" y la sharia o ley islámica.
"Parece muy posible que lo que hizo (el terrorista) fuera parte de una campaña más amplia de intimidación contra la Iglesia, y que el momento del ataque fuera muy específico", indicó el obispo Kussala. Además, añadió que "los extremistas desean enviar una señal a la comunidad cristiana –especialmente a los sureños que viven en el norte- advirtiéndoles que la Iglesia no debe convertirse en un punto de encuentro para la disidencia en el periodo previo al referéndum".
División norte-sur
El dictador sudanés y responsable de la islamización radical del país, Omar al Bachir, insiste en mantener la unidad entre el norte y el sur, región esta última que el 9 de enero decidirá en un referéndum si se declara independiente. "Estamos convencidos del éxito de la alternativa de la unidad para nuestro pueblo en el sur, si tiene la oportunidad de expresar su opción", dijo Al Bachir, tal y como recoge la agencia EFE.
El norte de Sudán, de mayoría musulmana, y el sur, predominantemente cristiano y animista, libraron una guerra de 20 años que concluyó con un acuerdo de paz en 2005 que estipulaba tanto la celebración de los comicios generales de abril pasado como el referéndum sobre la independencia del sur a comienzos de 2011. Más de dos millones de personas murieron en ese conflicto, que comenzó en 1983, cuando el régimen de Jartum impuso la ley islámica sharía en todo el país y los rebeldes sureños se levantaron en armas.
Ataques a líderes cristianos
Los ataques a líderes de la jerarquía católica se han incrementado en los últimos tiempos. Sin ir más lejos en el pasado mes de junio, el presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, el obispo Luigi Padovese, fue decapitado por su chófer, fundamentalista islámico, que le cortó la cabeza al grito de "Alá es Grande".
Este brutal asesinato puso en entredicho el papel de Turquía puesto que fue el propio Gobierno quien le facilitó como personal del prelado a este radical islámico. Además, la noticia pasó muy desapercibida en España en un momento en el que el país dirigido por Erdogan quiere entrar en la Unión Europea.
Igualmente, muy precaria es la situación que viven las minorías cristianas en países musulmanes. En las inundaciones de Pakistán en la que se han producido cientos de miles de desplazados, las autoridades locales sólo ofrecían ayuda humanitaria a los musulmanes. Si los cristianos quería comer debían convertirse antes al islam.