L D (EFE) La secretaria de Estado declaró que "el ataque contra Georgia ha cristalizado el curso que los líderes rusos han emprendido y nos ha llevado a un momento crítico para Rusia y el mundo".
Las palabras de Rice representan una dura advertencia contra Moscú y apuntan a un endurecimiento de la política de EEUU hacia ese Gobierno. Las relaciones entre ambos países ya registraban un enfriamiento gradual en los últimos años debido a asuntos como el escudo antimisiles que EEUU desplegará en Europa del Este, pero desde los acontecimientos en Georgia han quedado prácticamente heladas.
Rice citó la "intimidación" que Rusia aplica a los Estados soberanos vecinos, el "uso del petróleo y el gas como arma política", su "amenaza de apuntar a naciones pacíficas con sus armas nucleares", y su venta de armamentos a grupos y naciones que amenazan la seguridad internacional, entre otros.
Según Rice, "lo más preocupante es que estos actos forman una pauta de comportamiento cada vez peor en los últimos años". "Esta pauta es de una Rusia cada vez más autoritaria en casa y cada vez más agresiva en el exterior", sostuvo.
El objetivo estratégico para EEUU ahora es hacer comprender a Rusia que, con su actuación, "se está autoimponiendo un aislamiento" y una pérdida de peso y de relevancia en el ámbito internacional. En este sentido, aludió a los intentos de Moscú de aumentar su influencia en América Latina al cultivar sus relaciones con regímenes populistas de izquierda como los de Venezuela o Nicaragua.
En concreto, mencionó las recientes maniobras conjuntas desarrolladas entre Venezuela y Rusia para afirmar que "tenemos confianza en que nuestros lazos con nuestros vecinos, que buscan una mejor educación, mejor sanidad, mejor empleo y mejor vivienda, no se verán disminuidos por unos pocos bombarderos 'Blackjack' (rusos) que visitan una de las pocas autocracias en América Latina".
También remarcó que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, y el grupo terrorista palestino Hamas han sido los únicos en reconocer la independencia de Osetia del Sur, la región secesionista georgiana a la que respalda Rusia. "Una palmadita en la espalda de Daniel Ortega y Hamás no es precisamente un triunfo diplomático", agregó la secretaria de Estado, que insistió en que Estados Unidos y la Unión Europea no cederán en este asunto. "Por nuestro bienestar, y el del pueblo ruso, que se merece una mejor relación con el resto del mundo, Estados Unidos y Europa no podemos permitir que Rusia obtenga ningún beneficio con sus agresiones. Ni en Georgia ni en ningún sitio", declaró.
Entre otras cosas, puso en duda que Rusia vaya a conseguir el ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) o en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Sí subrayó que Washington continuará la cooperación en Moscú en áreas como impedir que Irán desarrolle su programa nuclear.
Rusia invadió Georgia en agosto para impedir que el Gobierno del presidente Mikail Saakashvili se hiciera con el control de la secesionista Osetia del Sur. Posteriormente, Moscú reconoció la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, la segunda región secesionista georgiana. La iniciativa enfureció a Washington, que considera a Tiflis su principal aliado en el Cáucaso y que apoya la entrada de Georgia en la OTAN.
Rice, antes de su discurso, dialogó con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, con quien trató "bastante sobre Georgia", según explicó el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack.
Rice citó la "intimidación" que Rusia aplica a los Estados soberanos vecinos, el "uso del petróleo y el gas como arma política", su "amenaza de apuntar a naciones pacíficas con sus armas nucleares", y su venta de armamentos a grupos y naciones que amenazan la seguridad internacional, entre otros.
Según Rice, "lo más preocupante es que estos actos forman una pauta de comportamiento cada vez peor en los últimos años". "Esta pauta es de una Rusia cada vez más autoritaria en casa y cada vez más agresiva en el exterior", sostuvo.
El objetivo estratégico para EEUU ahora es hacer comprender a Rusia que, con su actuación, "se está autoimponiendo un aislamiento" y una pérdida de peso y de relevancia en el ámbito internacional. En este sentido, aludió a los intentos de Moscú de aumentar su influencia en América Latina al cultivar sus relaciones con regímenes populistas de izquierda como los de Venezuela o Nicaragua.
En concreto, mencionó las recientes maniobras conjuntas desarrolladas entre Venezuela y Rusia para afirmar que "tenemos confianza en que nuestros lazos con nuestros vecinos, que buscan una mejor educación, mejor sanidad, mejor empleo y mejor vivienda, no se verán disminuidos por unos pocos bombarderos 'Blackjack' (rusos) que visitan una de las pocas autocracias en América Latina".
También remarcó que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, y el grupo terrorista palestino Hamas han sido los únicos en reconocer la independencia de Osetia del Sur, la región secesionista georgiana a la que respalda Rusia. "Una palmadita en la espalda de Daniel Ortega y Hamás no es precisamente un triunfo diplomático", agregó la secretaria de Estado, que insistió en que Estados Unidos y la Unión Europea no cederán en este asunto. "Por nuestro bienestar, y el del pueblo ruso, que se merece una mejor relación con el resto del mundo, Estados Unidos y Europa no podemos permitir que Rusia obtenga ningún beneficio con sus agresiones. Ni en Georgia ni en ningún sitio", declaró.
Entre otras cosas, puso en duda que Rusia vaya a conseguir el ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) o en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Sí subrayó que Washington continuará la cooperación en Moscú en áreas como impedir que Irán desarrolle su programa nuclear.
Rusia invadió Georgia en agosto para impedir que el Gobierno del presidente Mikail Saakashvili se hiciera con el control de la secesionista Osetia del Sur. Posteriormente, Moscú reconoció la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, la segunda región secesionista georgiana. La iniciativa enfureció a Washington, que considera a Tiflis su principal aliado en el Cáucaso y que apoya la entrada de Georgia en la OTAN.
Rice, antes de su discurso, dialogó con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, con quien trató "bastante sobre Georgia", según explicó el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack.