Según el último recuento policial, al menos 1.897 personas murieron y 3.002 se encuentran desaparecidas a causa del terremoto de 9 grados en la escala de Richter del pasado viernes y el tsunami posterior.
Sin embargo, se cree que la cifra final de víctimas puede ser mucho mayor, puesto que las autoridades de los municipios afectados han facilitado datos de varios miles de desaparecidos o fallecidos. La agencia Kyodo apunta, citando fuentes policiales, a 5.000 muertos. Algunas autoridades locales temen que el número real de muertos supere los 10.000.
Según la agencia nipona, en la costa de la provincia de Miyagi, la más afectada por el terremoto, se han hallado unos 2.000 cadáveres mientras otros 200 o 300 cuerpos fueron localizados en su capital, Sendai.
En la localidad costera de Minamisanriku, también en Miyagi, las autoridades todavía no han podido localizar desde el viernes a unas 9.500 personas, la mitad de la población, aunque se cree que algunos pudieron refugiarse en pueblos vecinos.
Tampoco se conoce el paradero de otros 8.000 residentes del pueblo costero de Otsuchi, en la provincia de Iwate.
Unos 100.000 militares al mando del operativo de salvamento peinan la zona nordeste de Japón en busca de víctimas arrastradas por la ola gigante de diez metros de altura, mientras que 550.000 habitantes han sido evacuados a causa del desastre.
El temor se centra en el reactor 3, después de que hoy se produjera una explosión por hidrógeno en su recipiente secundario de contención, que no dañó el reactor ni produjo una fuga masiva de radiactividad, informó la empresa Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la central.
A causa de esa explosión, once personas resultaron heridas, entre ellos un miembro de las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) con la fractura de varios huesos, explicó la empresa.
El estallido se produjo en el recipiente secundario de contención del reactor número 3 en la planta 1 (Daiichi) de Fukushima, situada a unos 270 kilómetros de Tokio.
El ministro portavoz japonés, Yukio Edano, aseguró que el recipiente primario del reactor está intacto y que a las 11.36 hora local (02.36 GMT), una media hora después de la explosión, el nivel de radiactividad a cinco kilómetros del lugar era similar a la de ayer, por lo que descartó "una fuga masiva".
Pese a que se había ordenado evacuar un radio de veinte kilómetros en torno a la central, unas 500 personas que todavía permanecían en ese perímetro en el momento de la explosión fueron trasladadas a otro lugar, añadió Edano.
La deflagración se produjo dos días después de la ocurrida en el edificio del reactor número 1 de esa misma central, que con 40 años es la más antigua de la zona.
En cambio, la temperatura en los reactores 1 y 2 ya ha bajado y es estable, por lo que ya no entrañan peligro, según TPCO, citada por la agencia local Kyodo.
Un nuevo seísmo de 6,2 grados de magnitud -la última de las casi 280 réplicas- se produjo a las 15.13 hora local (06.13 GMT) con epicentro en el Océano Pacífico, frente a las costas de las provincias de Miyagi e Iwate y a unos 10 kilómetros de profundidad, informó la Agencia Meteorológica nipona.
El temblor pudo sentirse con fuerza en Tokio, la mayor ciudad del mundo con más de 30 millones de habitantes, donde el ambiente era de tristeza y los ciudadanos recurre a medios de transporte alternativo como la bicicleta, ante los cortes de suministro eléctrico.
El Gobierno hizo un llamamiento a conservar y repartir la energía, y autorizó cortes eléctricos rotatorios de entre tres y seis horas a partir de hoy.
Cerca de 45 millones de personas pueden verse afectados por los cortes, que excluirán el centro tokiota y que tampoco afectarán al aeropuerto internacional de Narita, en la capital nipona.
También se está racionando la gasolina en la costa oriental, donde siguen paradas las refinerías de crudo.
La Agencia Meteorológica del país ha advertido a la población nipona de una semana de réplicas y de un 70 por ciento de posibilidades de que hasta este miércoles se registre un terremoto de 7 grados en Japón.
Consecuencias económicas
Además del desastre humano, la Bolsa de Tokio cayó un 6,18 por ciento, hasta su nivel más bajo en cuatro meses, después de que el Nikkei perdiera 633,94 puntos y se quedara en 19.620,49 unidades.
Ni la mayor inyección de liquidez de la historia -183.825 millones de dólares o 131.859 millones de euros- anunciada por el Banco de Japón con el fin de frenar la sangría, pudo compensar el impacto de la tragedia.
Toyota, el mayor fabricante mundial de automóviles, anunció hoy que la producción de sus doce plantas en Japón seguirá paralizada al menos hasta el próximo miércoles. Las acciones de la empresa se desplomaron un 7,7 por ciento.
Tampoco abrieron hoy sus puertas las plantas de Honda, Nissan, Mitsubishi y Suzuki, en un sector productivo esencial para la economía nipona.