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"Los marroquíes que no somos musulmanes tenemos derecho a existir"

Ser mujer, atea y periodista en Marruecos implica alto riesgo. Si además se lucha contra la imposición del islamismo, la persecución es rutinaria. Es el caso de Zineb El Rhazoui, periodista marroquí detenida por comer un bocadillo durante el Ramadán; que ha sido entrevistada por Libertad Digital.

Ser mujer, atea y periodista en Marruecos implica alto riesgo. Si además se lucha contra la imposición del islamismo, la persecución es rutinaria. Es el caso  de Zineb El Rhazoui, periodista marroquí detenida por comer un bocadillo durante  el Ramadán; que ha sido entrevistada por Libertad Digital.

Aunque su nombre resulte desconocido, hace escasos meses su detención se convirtió en noticia, y no solo en la prensa marroquí. En septiembre, la periodista Zineb El Razoui, junto a otra compañera convocaron a través de Facebook una concentración en un bosque de Mohamendia para romper conjuntamente el Ramadán, comiendo un bocadillo.

El evento pretendía ser un acto de rebeldía contra el artículo 222 del Código Penal marroquí que castiga con cárcel de uno a seis meses y multas de hasta 120 euros al que incumpla los preceptos del mes sagrado. "Es una legislación abiertamiente liberticida y viola una larga lista de convenios internacionales firmados por Marruecos" cuenta Zineb El Rhazoui a Libertad Digital: "Cada año, decenas de personas son encarceladas por estas disposiciones. Solo los enfermos, las mujeres embarazadas o con la menstruación tienen derecho a romper el ayuno. Si tienes diabetes debes mostrar continuamente el certificado médico, y una mujer que está menstruando se lo debe 'demostrar' a la policía" añade.

Cuando llegaron a la estación de tren de la localidad "un contingente impresionante de la policía nos detuvo, nos registró y agredió a algunos de nuestros miembros". Al día siguiente ya eran enemigos públicos de Marruecos, y junto a su fotografía en los diarios se pedía "una sentencia ejemplar contra este acto atroz que había desafiado las enseñanzas de Dios y el profeta" cuenta Zineb. "Al día siguiente comenzaron las detenciones arbitrarias y los abusos" a todos los miembros de MALI (Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales) asociación fundada por la periodista. Esposados sin orden judicial, de rodillas, e interrogados durante horas sobre sus creencias y tendencias políticias.

El bocadillo contra el Ramadán, un complot español

El dictamen de las autoridades marroquíes fue descabellado: "Había sido un complot organizado por España" relata Zineb, ya que en el lugar se encontraban varios periodistas españoles que acudieron atraídos por la valentía de la protesta. La desmesurada reacción que desde el poder se otorgó a ese bocadillo, evidenció la falta total de libertades del país que pretende alzarse como baluarte del islam moderado.

"Nos acusaron de recibir fondos extranjeros, y se negaron a creer que no necesitamos ninguna financiación para comprar unos bocadillos y un billete de tren que cuesta
menos de 3 euros
" desvela Zineb.

"Sectores de izquierda y derecha emitieron comunicados de prensa condenando a nuestra acción. El diario Al Alam, el órgano árabe del partido Istiqlal (partido del Primer Ministro Abbas El Fassi), publicó un editorial titulado Ellos no nos pertenecen lanzando un anatema contra nuestros miembros y excluyéndonos de la comunidad de creyentes y la nación marroquí. Nuestras cuentas de correo electrónico fueron saboteadas y nuestras conversaciones privadas se difundieron en un diario de un populista. Hemos recibido cientos de amenazas de muerte e insultos a nuestros correos electrónicos".

Las ténicas mafiosas de las brigadas marroquíes no pillan de improviso a la periodista. Conocida por sus incendiarios artículos contra la educación en el IslamAlá en la pizarra, en Revista Mediterráneo Sur- Zineb El Razhoi es una vieja conocida de las "listas negras" del monarca, a quien dedica gruesas palabras: "Mohammed VI empezó su reinado con un capital de simpatía, e incluso emitió algunas señales en favor de la apertura y la democratización. Lamentablemente, los hechos están ahí: Estamos experimentando una enorme retroceso de los derechos humanos y la libertad de expresión en los últimos años", asegura.

Recuerda que el 2009 ha sido "el año de la carnicería para la libertad de expresión": persecución de bloggers, abuso de saharauis, cierres ilegales de periódicos, encarcelamiento de periodistas por publicar encuestas sobre el rey, censura de la prensa extranjera...

El cultivo del odio en las pizarras


Zineb lucha activamente contra el germen de la intolerancia que se inculca en las madrazas islámicas: "Desde la primaria a los alumnos de secundaria estudian el Islam ortodoxo marroquí como la verdad última. Aprenden que judíos y cristianos están en el camino equivocado, son ladrones y arderán en las llamas del infierno. Los programas escolares cultivan el odio hacia los otros, y reflejan una visión maniquea de la religión, que ni yo ni miles de padres marroquíes quieren enseñar a sus hijos".

Por ello, desde su asociación MALI lucha por la libertad de religión y de conciencia "en un país donde el Islam es la religión del Estado. En Marruecos no hay ninguna existencia legal para los ciudadanos ateos, agnósticos, o que se convierten a una religión distinta del Islam. La imagen de tolerancia que el gobierno intenta transmitir internacionalmente no es tal", afirma.

Aunque el castigo de la apostasía no está contemplado abiertamente en la legislación, Mohamed VI desposee de "existencia jurídica" aquellos que abandonan el Islam, imposibilitándoles casi la existencia.

"Tomemos por ejemplo a los miles de marroquíes convertidos al cristianismo", nos explica Zineb. "Aunque hay iglesias oficiales en varias ciudades del reino, un pacto no escrito con las autoridades las obliga a negar el bautismo a los conversos marroquíes, que se ven condenados a la clandestinidad". Además, con unas leyes relativas al estatuto personal regidas por la Sharia, "los marroquíes están considerados como musulmanes por defecto".

La Zineb soñadora es contundente. Si estuviera en sus manos cambiar una sola cosa de su país, no duda: "Convertiría a Marruecos en un Estado laico". Pero la realidad no permite muchos optimismos, aunque se respire un "anhelo de libertad" entre la juventud: "Recuerdo que vivo en un país donde todavía no ha levantado sus reservas sobre la CEDAW (Convención para la eliminación de todo tipo de discriminación contra la mujer). Un país donde las mujeres son acosadas sexualmente con impunidad, en el que pagan los mismos impuestos que los hombres pero heredan sólo la mitad. Un país que viola los derechos humanos y que se presenta como baluarte del islam moderado".

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