Una fotografía ajada y un nombre: Kim Jong-Un. Son los únicos datos certeros que se conocen del hijo del dictador comunista Kim Jong-Il, que este lunes fue ascendido a general, preparando así su sucesión. Todo lo demás, bascula entre la leyenda y el rumor, como todo lo que circunda la dinastía de los Kim, que mantiene bajo su yugo a Corea del Norte desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
El misterio y el oscurantismo son los epicentros de un régimen sanguinario y opresor, que oculta sistemáticamente todo lo relacionado con un deificado líder del que está prohibido hablar. A pesar de ello, por los brumosos resquicios de la opresión se cuelan revelaciones tan dantescas, que resultarían cómicas si no acaecieran en un país con un armamento atómico de aterradora capacidad destructora.
Resulta más sencillo enumerar las escasísimas certezas que se tienen en torno a la dinastía de Kim Jong-Il, que las que se desconocen. Las certidumbres parten de dos fuentes fundamentales: los lenguaraces desertores del Gobierno que huyeron a Corea del Sur y el relato del japonés que cocinó durante años para el Gran líder. Kenji Fujimoto recopiló en un best-seller todos los cotilleos de palacio de los que logró hacer acopio en décadas entre sartenes y fogones.
Hijas desconocidas, adoración por el porno, hijos afeminados...
De todas las revelaciones, las más jugosas pertenecen a la biografía del patriarca comunista, Kim-Jong Il, reconstruida desde el exterior. Bajo el aspecto endeble de un anciano con perennes gafas de sol y pelo cardado, se agazapa el más perverso amante del cine pornográfico. La de este hombre con alzas, es una de las mayores colecciones filmográficas del mundo, con más de 20.000 títulos de películas para adultos. El uso y disfrute queda vedado – evidentemente- a los 28 millones de súbditos hambrientos a los que asfixia con mano de hierro.
Su vida sentimental es también alérgica a lo cotidiano. Hasta convertirse en sus esposas, las cuatro mujeres con las que se desposó – oficial o extraoficialmente- tenían profesiones relacionadas con el espectáculo y la farándula: bailarinas y actrices, a las que hizo profundamente desgraciadas.
La primera en pisar la alfombra de Palacio como mujer "semi-oficial" fue Sung hye Rim, actriz de moda de los 60. Con ella, el Querido líder concibió Kim Jong Nam, quien por su primogenitura estaba llamado a ser el siguiente tirano de Corea del Norte.
Pero a Kim Jong-Il sus descendientes no se lo han puesto nada fácil para cederles el cetro de mando: Jong Nam destrozó su futura carrera opresora al ser descubierto en el aeropuerto de Tokio con un pasaporte falso de República Dominicana, acompañado por dos mujeres y un niño. Al vástago no le costó mucho responder "placer" cuando los agentes nipones le interrogaron por el motivo de su viaje: tenía unas inhumanas ganas de visitar Disneylandia. Declaraciones textuales.
La Monarquía Roja cargó como pudo con el bochorno, y concentró fuerzas en lograr que Kim Jong-Chul, hijo de otra de las esposas sin categoría oficial del líder, se convirtiera en honorable sucesor. Fue en vano luchar contra la naturaleza del muchacho: según el chef japonés, sus modos y costumbres afeminados tenían raíces profundas, que amén de enervar a su padre eran abiertamente incompatibles con la imagen de fortaleza que Corea del Norte trata de poyectar. Que en 2006 Jong-Chul fuera pillado infraganti en un concierto de Eric Clapton en Alemania fue solo el estoque definitivo a una apuesta sin ninguna posibilidad de prosperar.
El tiempo se agotaba. Así las cosas, la Península Paranoica sólo tenía un sucesor posible: el hijo restante del líder, Kim Jong-Un, que la semana pasada fue encumbrado como General apresuradamente. La nefasta salud del Querido –pero no inmortal- líder ha precipitado esta mastodóntica ceremonia, que el tirano norcoreano aceptó a regañadientes. Era la única alternativa para un totalitario clan familiar con todos sus miembros caídos en desgracia: tomar al pequeño, cuya secretísima vida, al menos, le ha separado de escándalos públicos.
Podría decirse que Corea del Norte acaba de descubrir que el Querido Líder se guardaba a este tercer retoño en la manga. Todos han arrugado el gesto al escuchar el nombre de Jong-Un, jamás nombrado por los medios oficiales, los únicos en el infierno comunista. Apenas unos días antes de su ascenso, se difundió una fotografía del joven, y se desvelaron algunos datos sobre su vida, de dudosa fiabilidad: estudios en internados suizos, dominio de idiomas, afición por los deportes y el cine... Todo un catálogo promocional del que aún es un completo fantasma.
Los menos, se preguntarán ¿y el Gran líder solo concibió varones? ¿No hay una fémina con lazo familiar que tome las riendas? Por supuesto que existen. O por supuesto que no, depende de a quién se acuda. Las biografías oficiales- y también las oficiosas- reconocen un número indeterminado de hijas de Kim Jong-Il, que habría ido concibiendo con distintas mujeres. Pero nadie conoce su identidad, paradero, ni edad aproximada.
Con una edad indeterminada entre los 25 y los 28 años, Jong-Un recogerá los futos de papá: un país en la indigencia y aislado, habitado por 28 millones de campesinos en hambruna permanente, que al menos, ya conocen un retrato brumoso del tirano ante el que se tendrán que postrar las siguientes décadas. Lo cual, en el inmenso Campo de concentración que es Corea del Norte, ya es mucho.