La presentadora de Los desayunos de TVE se ha desplazado hasta Teherán para entrevistar al dictador iraní Mahmud Ahmadineyad. La televisión pública española ha dedicado media hora de su programa informativo a que el sátrapa divague y difame a Occidente, al que ha hecho responsable de las revueltas en los países árabes.
Aunque la entrevistadora se ha mostrado más que dura con Ahmadineyad, poniéndole contra las cuerdas en muchas ocasiones, llama la atención el gran despliegue de la televisión pública para entrevistar al dictador.
El iraní ha sido tratado como cualquier otro líder legítimo, cuando lo que sobran precisamente son pruebas de su amplio currículo delictivo: persecución de opositores, llamamientos para destruir Israel, ejecuciones de manifestantes, represión absoluta de su población, financiación de terroristas...
Aunque, viéndole en pantalla, nada de eso ha parecido importar. Lo relevante ha sido que el sátrapa iraní ha accedido a ser entrevistado por una televisión pública que ha sacado pecho por su logro, aunque para ello haya tenido que cubrir a la entrevistadora con un velo, a gusto del integrismo de Ahmadineyad.
Así, el "ente" ha vuelto a poner de manifiesto su doble vara de medir: mientras durante semanas han informado al detalle de cada paso de Ben Ali y Mubarak -dictadores por sorpresa-, denunciando sus abusos y crímenes, esta vez han decidido obviar los crímenes de Ahmadineyad , por tenerle en pantalla con su logotipo.