Solo una línea polvorienta separa Kenia, país de mayoría protestante, de Somalia, dominado por el Shabab, que como señala el Times "decapita detractores, apedrea adúlteros y amenaza con matar a cualquier americano o europeo que entre en su camino".
La absoluta desprotección de los más de 600 kilómetros de fronteras que separan ambos países está provocando que el riesgo de que el islamismo se extienda también a Kenia, sea una posibilidad cada día más real. La mayor parte de las fronteras internacionales ni siquiera están determinadas, y su protección es peligrosamente inexistente.
Las milicias del Shabab explotan esta desprotección y cruzan la línea polvorienta para reclutar y unir keniatas a las yihad. Acuden a campos de refugiados o colegios, atrayendo a docenas de jóvenes con promesas de paraíso, "y 300 dólares a cada uno", apostilla el diario estadounidense.
"Si estos chicos pueden venir con sus armas y uniformes a plena luz del día, es que deben estar entre nosotros", declaró uno de los profesores de una escuela atacada el miércoles pasado.
Pero no se conforman con reclutar gente para sus milicias, sino que cruzan al lado keniata para silenciar a las voces opositoras. El pasado mayo un clérigo que según el Times "habló más e la cuenta" fue secuestrado y torturado, y este mismo miércoles tres cooperantes fueron capturados por pistoleros somalíes.
Los asesores estadounidenses y británicos enviados a Kenia para controlar esta amenaza terrorista se confiesan desbordados, e incapaces de hacer algo que contenga la expansión: "No hay seguridad en las fronteras", ha confesado un diplomático occidental: “La gente está muy preocupada, pero, no podemos defender la frontera de Kenia para ellos” . Su única medida, ha sido advertir – mediante mensajes de texto- de posibles ataques suicidas del Shabab en los centros comerciales de Nairobi.
El riesgo de ataques es mucho mayor para las decenas de miles de occidentales que viven en el país, y en las embajadas se convive con el creciente temor de que yihadistas se infiltren en Kenia y aprovechen las huelgas para para causar una masacre, como ya perpetró Al-Qaeda en 1998.
Escasas fronteras están vigiladas, y en las que lo están la policía que las custodia solo se rige por los chantajes. El mayor coladero del terrorismo en las fronteras está "en los bolsillos de los Policías", como señala Times. De hecho, Transparencia Internacional ha situado a la policía keniata como la institución más corrupta de toda la región, y al país como el tercero a nivel mundial.
Pasar la frontera, como ha declarado el keniata Hassan Mohamed, "es fácil. Si pagas, puedes entrar". El NY Times ha recogido también el testimonio de Abdi Dimbil Alan, que residente a escasos metros de los puestos de control. Dimbil ha sido testigo de los soborno, y ha sentenciado que “si 100 integrantes del Shabab arrancan en un camion cargado de armas y dicen que vienen a matar al presidente, la policía les dejaría pasar, por el precio correcto”.
Desde el Gobierno del primer Ministro, Raila Amolo Odinga , niegan ningún rastro de corrupción en sus cuerpos de seguridad, aunque reveleadoramente afirman ante el Times : "No podemos decir que nada haya entrado, porque , como usted ve, la frontera es muy amplia ". Tan amplia como la amenaza de otra masacre islamista.