Así lo ha reconocido Maxwell Gaylord, el coordinador de ayuda humanitaria de la ONU en Jerusalén, que admitió el lunes que las bombas cayeron en las calles cercanas a las instalaciones, pero no en el propio edificio.
Esto implicaría que las personas heridas o fallecidas durante el ataque no se habían refugiado en el edificio de la ONU sino que, en medio de los bombardeos y de la situación bélica estaban, inexplicablemente, en el exterior.
"Nosotros siempre dijimos que la bomba, que mató alrededor de una treintena de personas, había caído en la calle, fuera de nuestra escuela", dijo este miércoles a Efe Christopher Gunnes, portavoz Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
El error, según Gunnes, procede de otra agencia de la ONU, la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios (OCHA), que indicó en uno de sus informes de situación semanales que la bomba había caído en el interior de la escuela.
Un ataque poco creíble
Responsables de las fuerzas armadas israelíes habían señalado previamente su escepticismo respecto a las acusaciones, señalando que resultaba muy difícil creer que dos bombas de mortero hubieran logrado matar a 43 personas y herir a varias docenas más.
Las sospechas se hicieron más fuertes cuando la pasada semana el periódico canadiense The Globe and Mail revelaba algunos testimonios de testigos presenciales como un profesor de dicha escuela que aseguraba que todas las bombas había caído en el exterior del complejo, incluso más allá del muro que lo rodea.
Por otra parte, como ya se denunciaba en Libertad Digital hace unos días, los terroristas de Hamas han utilizado durante la guerra todo tipo de lugares y espacios para atacar a Israel, incluyendo por ejemplo el centro internacional de prensa.